Un
inventor keniano convierte el calor en frío y reduce el despilfarro de
alimentos, además de añadir puestos de trabajo e ingresos.
Dysmus Kisilu, que creció al cuidado de su abuela en la zona
rural del este de Kenia, vio lo mucho que trabajaban los agricultores y, a
menudo, lo poco que ganaban. Incluso hoy, cuando llega la cosecha de patatas de
cada año, un saco de 90 kilos se vende por sólo 2.000 chelines kenianos (unos
18 $) en el mercado local, ya que los suministros se disparan.
Cuatro meses después, el mismo saco vale tres veces más, pero
los pequeños agricultores ya han vendido sus cosechas, por temor a que se
pudran si intentan conservarlas. Los agricultores nunca han podido negociar.
Los compradores imponen el precio.
Pero este joven, que ganó una beca para estudiar en la Universidad de
California, ha encontrado una solución a este problema: unidades de
almacenamiento en frío para zonas rurales sin red, que
funcionan con energía solar.
Su tecnología, Solar Freeze,
permite a los agricultores pagar una pequeña cuota diaria para guardar sus
cosechas en cámaras frigoríficas hasta que suban los precios,
lo que aumenta sus ingresos y reduce el desperdicio de alimentos, un factor
importante que contribuye al calentamiento global.
Esta tecnología de
refrigeración climáticamente inteligente ha sido adoptada
rápidamente para resolver un nuevo problema: mantener refrigeradas las vacunas
COVID-19 y otros medicamentos en zonas remotas fuera de la red eléctrica.
Con la ayuda de sus
compañeros y la financiación inicial de la universidad y de la Agencia de
Estados Unidos para el Desarrollo Internacional en 2019, ideó una nevera solar
del tamaño de un contenedor de transporte con una batería de reserva
para almacenar productos perecederos.
El
comienzo fue un fracaso. Los agricultores en Kenia son muy mayores y un poco
escépticos. La mayoría de los agricultores no entienden las nuevas tecnologías
de refrigeración y riego. Todo era muy nuevo para ellos y pensaban que sería
demasiado caro.
Pero una segunda nevera
solar del tamaño de un congelador que también había desarrollado, destinada a
la venta, más que a prestar servicios de refrigeración a cambio de una tarifa,
pronto empezó a despegar, sobre todo cuando surgió la pandemia de COVID-19.
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