jueves, 15 de septiembre de 2022

CONGRESO MUNDIAL de las RELIGIONES, todos estamos “en camino hacia la misma meta celestial”; dijo el Papa Francisco.

 

Esta mañana el Papa Francisco participó en la Apertura de la sesión plenaria del VII Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales en el Palacio de la Paz y de la Reconciliación en Kazajistán.

Durante el encuentro, el Santo Padre pronunció un discurso donde recordó que todos estamos “en camino hacia la misma meta celestial”.



A continuación el texto completo del discurso:

Señor Presidente,

Hermanos y hermanas:

Permítanme que me dirija a ustedes con estas palabras directas y familiares. De esta manera deseo saludarlos, Líderes religiosos y Autoridades, miembros del Cuerpo diplomático y de las Organizaciones internacionales, Representantes de instituciones académicas y culturales, de la sociedad civil y de diversas organizaciones no gubernamentales, en nombre de esa fraternidad que nos une a todos, como hijos e hijas del mismo cielo.

Ante el misterio del infinito que nos sobrepasa y nos atrae, las religiones nos recuerdan que somos criaturas; no somos omnipotentes, sino hombres y mujeres en camino hacia la misma meta celestial. La condición de criaturas que compartimos instaura así una comunión, una auténtica fraternidad. Nos recuerda que el sentido de la vida no puede reducirse a nuestros intereses personales, sino que se inscribe en la hermandad que nos caracteriza. Sólo crecemos con los demás y gracias a los demás. Queridos Líderes y Representantes de las religiones mundiales y tradicionales, nos encontramos en una tierra transitada a lo largo de los siglos por grandes caravanas. En estos lugares, también por medio de la antigua ruta de la seda, se han entretejido muchas historias, ideas, creencias y esperanzas. Que Kazajistán pueda ser una vez más tierra de encuentro entre quienes están distanciados. Que pueda abrir una nueva ruta de encuentro, basada en las relaciones humanas: el respeto, la honestidad del diálogo, el valor imprescindible de cada uno, la colaboración; un camino para recorrer juntos hacia la paz.

yer tomé prestada la imagen del dombra; quisiera hoy asociar al instrumento musical una voz, la del poeta más célebre del país, padre de su literatura moderna, el educador y compositor que a menudo se representa precisamente junto al dombra. Abai (1845-1904), como se lo conoce popularmente, nos ha dejado escritos impregnados de religiosidad, en los que se refleja lo mejor del espíritu de este pueblo, una sapiencia armoniosa, que desea la paz y la busca interrogándose con humildad, anhelando una sabiduría digna del hombre, nunca encerrada en visiones limitadas y estrechas, sino dispuesta a dejarse inspirar por múltiples experiencias. 

Abai nos provoca con una pregunta imperecedera: «¿Cuál es la belleza de la vida, si no se va en profundidad?» (Poesía, 1898). Otro poeta se preguntaba el sentido de la existencia, poniendo en labios de un pastor de estas inconmensurables tierras de Asia una pregunta igualmente esencial: «¿Adónde tiende este vagar mío, tan breve?» (G. LEOPARDI, Canto nocturno de un pastor errante de Asia). Interrogantes como este son los que suscitan la necesidad de la religión, y nos recuerdan que nosotros seres humanos no existimos para satisfacer intereses terrenos y para establecer relaciones de naturaleza meramente económica, sino para caminar juntos, como peregrinos con la mirada dirigida al cielo.

 Necesitamos encontrar un sentido a las preguntas últimas, cultivar la espiritualidad; necesitamos, decía Abai, mantener «despierta el alma y clara la mente»

 

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