A usted, a mí y en general a todos nos
corresponde cuidar los pensamientos, entre otras cosas, para que mejoremos la
manera de ver la vida.
Si dejamos que la existencia se nos
convierta en un caos, si no sabemos a ciencia cierta qué queremos hacer y si no
definimos de manera clara cuál es nuestra misión en este mundo, jamás
avanzaremos.
Mirémonos de otra manera. Suspendamos
ese ‘parloteo mental negativo’ que no nos deja concentrar y enfoquémonos en
aspectos propositivos.
También enfrentemos nuestras debilidades
para entender qué ocultamos detrás de esas excusas que nos inventamos para no
asumir el arte de vivir.
Esta reflexión es un ejercicio propicio
para descubrir qué es lo que nos está llevando a meternos siempre por caminos
tan complejos y poco productivos.
Este autoanálisis, si lo hacemos con
total sinceridad y objetividad, nos dará grandes beneficios y nos permitirá
recomponer el camino hacia una vida más feliz.
Claro está que eso no se logra de la
noche a la mañana. Tenemos que aceptar que muchos de nuestros pensamientos
deben apuntarle al tema espiritual, no al religioso.
Mientras no desarrollemos plenamente la
dimensión interior a plenitud, siempre nos sentiremos incompletos e
insatisfechos.
La verdad es que el miedo a reconocer
nuestros lados flacos y nuestras mayores dificultades, podrían ser una tarea
complicada. Por eso también conviene un poco de flexibilidad.
Recordemos que la sabiduría es siempre muy
flexible, pues la verdad tiene muchas caras y facetas.
También es clave que aprendamos a soñar
y a disfrutar nuestros propios sueños. Permitámonos avanzar y dejemos que el
corazón guíe nuestras decisiones, pero siempre con los pies en la tierra.
Usted dirá que este ejercicio suena
fácil pero que, en la vida real, hay obstáculos.
¡Tiene razón!
Yo sé que hay cosas imprevistas que de
alguna forma nos harán tambalear.
Pero no debemos permitirnos el lujo de
que los sinsabores y los problemas de la vida nos saquen de casillas.
No nos desesperemos ni angustiemos; es
mejor tener fe y confianza en nosotros mismo para que podamos comprobar que
nada en la vida es irremediable ni insustituible.
Hay que entender la volubilidad del alma
y tener presente que todo lo que al principio parece enredado, cuando se
comprende deja de ser una barrera.
Ahora bien, la felicidad que tanto hemos
buscado está muy cerca de nosotros y ni siquiera lo hemos notado. Nos
corresponde detectarla para no dejarla pasar.
Este texto es una sana invitación a
adquirir mayor seguridad en todos nuestros actos, a través del control de
nuestros pensamientos.
Recuerden que la paz de la mente y del
corazón retornarán a nuestra vida si realmente procuramos nuestro desarrollo
espiritual. Cuando lo hagamos, se nos resolverán todos los problemas personales.
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