Las continuas
y masivas muertes de peces en las aguas de uno de los ríos más importantes de
la provincia, sigue despertando controversias. Mientras que desde el estado
niegan que se trata del efecto de distintos químicos y metales, un grupo de
investigadores no tiene dudas que se trata de los impactos de un modelo
productivo e industrial enemigo de la vida.
La falta de monitoreo de
los distintos lechos fluviales de la provincia de Santa Fe preocupa tanto como
exaspera. La última mortandad de peces, suscitada en el río Salado, volvió a
instalar y a hacer aún más álgido un debate que, increíblemente, al día de hoy
sigue contando con dos bibliotecas antagónicas.
Los
argumentos provenientes del Estado, para tratar de explicar el colapso
mayúsculo de la fauna ictícola, siguen teniendo su anclaje en el esmerilado
“fenómeno natural”. Destacando que, tanto en las crecidas como en las bajantes,
el Ministerio de Ambiente ha utilizado el mismo razonamiento para justificar un
suceso alarmante, el cual tiene en su médula una trazabilidad que incluye
distintos agentes, entre ellos los agroquímicos.
La expansión de las áreas
urbanas, agrícolas e industriales alrededor de los ríos es una preocupación
mundial, pero principalmente en América del Sur, donde los bosques nativos y
los humedales se están alterando y perdiendo debido al aumento de esas expansiones.
Allí diferentes tipos de contaminantes que se derivan de estas actividades,
pueden llegar a los ecosistemas acuáticos. En particular los metales, que
constituyen un problema en prácticamente todos los sedimentos,
independientemente de su origen. Asimismo, los cultivos transgénicos como la
soja, aumentaron la dependencia de los pesticidas químicos y se convirtieron en
uno de los desafíos más apremiantes para el mundo.
La cuenca baja del río Salado
recibe aguas residuales agrícolas, industriales y domésticas. Por ello el
objetivo fue evaluar la calidad de tres sitios de muestreo que pertenecen a la
cuenca del río Salado con base en parámetros fisicoquímicos, metales y análisis
de pesticidas y ecotoxicidad en larvas. Las mismas fueron expuestas
crónicamente a matrices complejas de agua superficial y muestras de sedimentos
de cada sitio para la determinación de la tasa de supervivencia. Se analizaron
biomarcadores de estrés oxidativo, neurotoxicidad y genotoxicidad después de la
exposición a la matriz compleja de agua y sedimento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario