Al escuchar la palabra manta
ignífuga es fácil tender a pensar en una manta, como prenda de
abrigo, con ciertas propiedades de protección contra el fuego capaz de soportar
determinadas fuentes de ignición sin inflamarse ni propagar la llama.
Más allá de ello, las mantas
ignífugas son el único producto textil considerado
como elemento de protección activa en planes de protección contra incendios. La
propia norma específica del producto, la UNE-EN 1869:1997, las define como: láminas de material flexible destinadas a
extinguir por sofoco pequeños fuegos.
Una manta ignífuga puede considerarse como un
elemento extintor de primera intervención, constan de un envase indicativo que
contiene un artículo textil de altas prestaciones capaz de contener y sofocar
un fuego pequeño, al mismo tiempo que mantiene sus características de ligereza
y fácil manipulación.
Aunque este producto no es tan popular en
nuestro país como en otros, algunos reglamentos de seguridad contra incendios
la incluyen como elemento complementario a otros sistemas de protección.
Quizá el
ejemplo de uso más claro sea en cocinas profesionales por sus ventajas de efectividad en estos casos frente a
otros sistemas de extinción. No obstante, las ventajas que aporta el producto
las convierte en un elemento complementario ideal de seguridad en caso de
incendio para bienes y personas en cualquier tipo de edificación o instalación,
tanto industrial como comercial, de servicios o particular.
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