Aunque se halla en peligro de
extinción, quedan grupos en el sur de México y Centroamérica, destacando Costa Rica, con un turismo de naturaleza muy
bien desarrollado, y Guatemala, donde se la considera el ave nacional
y está presente en la bandera, el escudo y la moneda.
Exhibiendo su larga cola
El macho, con su copete erizado, es más llamativo que la
hembra pues su cola serpentina llega a los 65 centímetros, mientras que su
cuerpo mide 40 centímetros y pesa unos 200 gramos.
Una divinidad emplumada
Entre las civilizaciones precolombinas de Mesoamérica era venerado
como una deidad. Mayas y aztecas lo relacionaban con el dios Quetzalcoatl
–"la serpiente emplumada"–, por ello muchos de los gobernantes
lucían grandes tocados hechos con sus plumas con la intención de mostrar su
vínculo con los dioses.
El quetzal nació del soplido de los dioses Kukulkán y Tepeus, según una leyenda
maya-quiché. Con su exhalación, las flores azul verdosas del árbol guayacán
cayeron y, mientras llegaban al suelo, tomaron la forma de esta exótica ave,
venerada por los mayas y sagrada para los aztecas, que la asociaban con el dios
Quetzalcóatl, «la serpiente emplumada». Símbolo de fertilidad, abundancia y
poder, su plumaje era valorado como moneda y se utilizaba para adornar los
trajes y tocados de los sacerdotes y reyes. Las aves se capturaban para
desplumarlas, pero matarlas significaba la pena de muerte. El penacho atribuido a Moctezuma, el único que
se conserva, se expone actualmente en el Weltmuseum de Viena.
En lengua náhuatl, quetzalli puede traducirse como
"cola larga de plumas brillantes"
El quetzal (Pharomachrus mocinno) habita en bosques
húmedos de montaña, en frondosas reservas naturales. Se alimenta de insectos,
lombrices y frutos como el aguacatillo. El macho, con su copete erizado, es más
llamativo que la hembra pues su cola serpentina llega a los 65 centímetros,
mientras que su cuerpo mide 40 centímetros y pesa unos 200 gramos. La época
reproductiva (de marzo a julio) es la mejor para deleitarse atisbando esta ave
solitaria que, para seducir a las hembras, alardea de su cola, baila y deja
escuchar sus trinos.
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