sábado, 18 de febrero de 2023

HOY CONOZCAMOS la belleza del QUETZAL

 

Aunque se halla en peligro de extinción, quedan grupos en el sur de México y Centroamérica, destacando Costa Rica, con un turismo de naturaleza muy bien desarrollado, y Guatemala, donde se la considera el ave nacional y está presente en la bandera, el escudo y la moneda.




Exhibiendo su larga cola

El macho, con su copete erizado, es más llamativo que la hembra pues su cola serpentina llega a los 65 centímetros, mientras que su cuerpo mide 40 centímetros y pesa unos 200 gramos.

Una divinidad emplumada



Entre las civilizaciones precolombinas de Mesoamérica era venerado como una deidad. Mayas y aztecas lo relacionaban con el dios Quetzalcoatl –"la serpiente emplumada"–, por ello muchos de los gobernantes lucían grandes tocados hechos con sus plumas con la intención de mostrar su vínculo con los dioses. 



El quetzal nació del soplido de los dioses Kukulkán y Tepeus, según una leyenda maya-quiché. Con su exhalación, las flores azul verdosas del árbol guayacán cayeron y, mientras llegaban al suelo, tomaron la forma de esta exótica ave, venerada por los mayas y sagrada para los aztecas, que la asociaban con el dios Quetzalcóatl, «la serpiente emplumada». Símbolo de fertilidad, abundancia y poder, su plumaje era valorado como moneda y se utilizaba para adornar los trajes y tocados de los sacerdotes y reyes. Las aves se capturaban para desplumarlas, pero matarlas significaba la pena de muerte. El penacho atribuido a Moctezuma, el único que se conserva, se expone actualmente en el Weltmuseum de Viena.


En lengua náhuatl, quetzalli puede traducirse como "cola larga de plumas brillantes"

El quetzal (Pharomachrus mocinno) habita en bosques húmedos de montaña, en frondosas reservas naturales. Se alimenta de insectos, lombrices y frutos como el aguacatillo. El macho, con su copete erizado, es más llamativo que la hembra pues su cola serpentina llega a los 65 centímetros, mientras que su cuerpo mide 40 centímetros y pesa unos 200 gramos. La época reproductiva (de marzo a julio) es la mejor para deleitarse atisbando esta ave solitaria que, para seducir a las hembras, alardea de su cola, baila y deja escuchar sus trinos.

 

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