jueves, 30 de marzo de 2023

ARBOLES HISTÓRICOS ARGENTINOS, hoy “EL AROMO DEL PERDÓN” de Juan Manuel de Rosas-año 1838-

 

Entre las singularidades que existían dentro del predio donde Rosas gobernó, encontramos un árbol de aromo que vino a cumplir, involuntariamente, una función específica. De acuerdo al autor Diego A. del Pino,



“Tanto en la historia como en la literatura o en el teatro, dentro del sombrío cuadro de la dictadura se destaca blanca y simpática la silueta de Manuelita; ora brillante; ora cual astro de primera magnitud en las fiestas y saraos de la aristocracia porteña de aquel tiempo; ora llevando el bálsamo de su consuelo moral y material hasta el más lejano y humilde hogar; ora implorando a su padre por alguno al pie de aquel árbol de aromo…” 

 

El famoso aromo fue plantado por doña Manuela Ortiz de Rozas el año 1838, y bajo su sombra resultó el rincón preferido de la hija del Restaurador para pedirle a “Tatita” por la vida de los infelices –en su mayoría, unitarios capturados por infractores a la ley- a los cuales debía aplicárseles la pena capital. Ésta, de acuerdo a las reglas de la época, consistía en el fusilamiento, el ahorcamiento o la justicia practicada por la Más Horca del coronel Cuitiño. De allí, que el árbol famoso pasase a la historia como “Aromo del Perdón”.




 

Pedro Ochoa da en decir, que cuando el caserón de Palermo fue dinamitado en la medianoche del 3 de febrero de 1899, cuando manejaba los destinos nacionales Julio Argentino Roca, las personas que observaron aquel suceso “se arrojaron sobre los escombros ávidas de descubrir entre ellos algún tesoro escondido. Otras tomaron por asalto el histórico Aromo” donde Manuelita pasaba, incluso, “sus momentos de solaz”.

 

El Intendente de Buenos Aires, Adolfo Bullrich, debió colocar varios custodios para evitar la dilapidación total del aromo, pues la turbamulta lo había dejado prácticamente pelado, sin ramas. Por esos días estaba cesando en sus funciones el Embajador norteamericano en nuestro país, Buchanan, y a modo de agasajo final, Bullrich “le ofreció de regalo [al diplomático] un bastón hecho con la madera del Aromo del Perdón”, pieza que llevaba la siguiente inscripción en la parte de arriba:



“Adolfo Bullrich a W. I. B., 1899, Intendente de Buenos Aires.”

Y en uno de los costados del bastón, esto otro:

“Recuerdo de la dictadura de Don Juan Manuel de Rosas. Madera Tatané de la casa de Rosas, Palermo, Buenos Aires, edificada 1837. Demolida 3 de febrero 1899.”

El primero que comenzó a hablar de la importancia del aromo fue Enrique Udaondo, quien en julio de 1913 confeccionó un libro que contenía un “Catálogo” con “información sobre treinta y dos árboles denominados “históricos””, que de acuerdo a su catalogación, se ligaban entre sí “por hechos históricos a las tradiciones patrias”. Entre esas especies incluía el “Aromo del Perdón” de la residencia de Rosas.

 

En el trazado actual de la ciudad de Buenos Aires, el aromo se ubica en plaza Sicilia, en la esquina de avenida Del Libertador y avenida Sarmiento, cerca de donde estaba la habitación personal de Rosas y donde la venganza política de los vencedores de Caseros decidieron emplazar un monumento en honor al sanjuanino.

LA PRIMERA PLACA

No se sabe con exactitud el año en que fue colocada la primera placa que identificaba a dicho aromo y su historia, pero sí la institución que la fabricó y mandó poner: fue la Sociedad Florestal Argentina.

Dicha primera placa tenía forma ovalada y estaba sostenida por una columna de madera bien trabajada. La leyenda que estaba impresa dentro de la figura geométrica, decía en uno de sus tramos, que, en realidad, el aromo había sido plantado en 1845 en vez de 1838. Veamos el texto completo:

“AROMO HISTORICO

LLAMADO DEL PERDON

A CUYA SOMBRA FUERON INDULTADOS

NUMEROSOS PRESOS POLITICOS

POR EL TIRANO ROZAS A PEDIDO DE SU HIJA

PLANTADORA DEL ARBOL EL AÑO 1845.

PLACA DONADA POR LA SOCIEDAD

FLORESTAL ARGENTINA.”[3]

 

UNA QUEJA Y LA REMOCION 

La ebullición revisionista de nuestra historia tuvo su época de gloria desde inicios de la década de 1930 hasta comienzos de los años 50. En ese período proliferaron destacadas personalidades que, entre profesionales, trabajadores y hombres de envidiable cultura, dedicaron buena parte de sus vidas a desentrañar todos y cada uno de los aspectos de la vida nacional en pos de su esclarecimiento.

 

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