domingo, 9 de abril de 2023

LUCHEMOS PACÍFICAMENTE por un MUNDO SIN VIOLENCIA- “Nota recomendada”

 

La violencia no se evita con separaciones, exclusión, candados, puertas, alarmas o armas, sino cuando se fortalece el uso colectivo de los espacios públicos y privados. Se controla cuando se establecen límites iguales para todos, y se previene cuando aprendemos a relacionarnos con los otros de una manera diferente, a partir de la igualdad, afirma la academia de la Escuela Nacional de Trabajo Social.

 


La coordinadora del Seminario Universitario Interdisciplinario sobre Violencia Escolar y ex directora de la entidad académica, refiere que se debe entender que “somos iguales, pero diferentes, y tal diversidad es complementaria: no podemos ser humanos sin los otros, nos necesitamos mutuamente, y en esa complementariedad debemos hablar de un nosotros que construye una sociedad no violenta, en un modo de convivencia solidaria que se genera desde la aceptación”.

 

Con motivo del Día Internacional de la No Violencia, que se conmemora el 2 de octubre -aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi, en homenaje al líder del movimiento de la independencia de la India-, la universitaria agrega que la violencia es un problema que nos afecta a todos, y debe reconocerse también en lo que parece intrascendente.

Ante esa situación, se deben encontrar formas de convivencia que den una posibilidad de acercamiento, aceptación y reconocimiento del otro, y la búsqueda de la paz que evita la destrucción, añade la experta universitaria.

El principio de la no violencia, establece la ONU, “tiene relevancia universal y busca conseguir una cultura de paz, tolerancia y comprensión. Como dijo Ghandi: la no violencia es la mayor fuerza a disposición de la humanidad. Es más poderosa que el arma de destrucción más poderosa concebida por el ingenio del hombre”.

Exponencial

La violencia, explica Tello Peón, es un término que se utiliza para diversas circunstancias, aparentemente ajenas entre sí: lo mismo sirve para hablar de campos de exterminio, guerra, asesinatos, golpes o nalgadas. “También existe una tendencia a hablar de ella desde una perspectiva fraccionada: física, emocional, económica, de género, etcétera”.

En sus diferentes expresiones, como dice Juliana González, filósofa de la UNAM, siempre se trata de una fuerza que destruye, indómita, que arrasa, que domina, y la última posibilidad de expresión de un ser humano; “es ante la impotencia que uno actúa con violencia”, apunta la académica de la ENTS.

Pasa de una forma extrema visible, a ser a veces cultural, sutil, aceptada por todos, cuando somos capaces de verla, pero estamos acostumbrados a ella; se trata de una violencia interiorizada, detalla la especialista.

No es un acto banal que sucede de repente, sino que se acumula, se guarda y llega un momento en que explota; es una fuerza que lleva a la impotencia y a la invisibilidad del otro. Es una relación de dominio y sumisión, donde el que la realiza no se siente reconocido y al ejercerla tiene la certeza de que existe, manifiesta.

Además, es exponencial, pasa de lo micro a lo macro y viceversa, y tiene diferentes expresiones: estructural o estatal, familiar, de género, intergeneracional, etcétera. Tal fragmentación permite que “nos agobie menos”. Además, la que le pasa a los otros, sostiene Tello Peón, nos es ajena.

Durante años, rememora, era una cualidad que las mujeres fueran sumisas, cuando es, en realidad, una demostración de doblegación ante alguien que las dominaba. “La violencia se acaba traduciendo en la cotidianidad como actos necesarios; en un principio es la obediencia no razonada, un acto de imposición que violenta”.

 

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