El
vocablo latino impostūra llegó a nuestro idioma como impostura. Así se denomina a la simulación o el artificio que se lleva a cabo con la apariencia de ser verdadero.
Por ejemplo: “La
impostura del alcalde indignó a los vecinos: con el pretexto de cuidar la
plaza, prohibió la realización de manifestaciones y protestas en el espacio
verde más importante de la ciudad”, “Cuando el diputado del Partido
de los Trabajadores adquirió una mansión en el barrio más lujoso, nos dimos
cuenta de su impostura”, “La impostura religiosa es
el escudo de muchos
delincuentes sexuales”.
Por lo general la
impostura es una
pose que se adopta en público para obtener algún tipo de beneficio.
Supongamos que el asesor de imagen de un político le recomienda mostrarse como
alguien comprometido con la defensa del medio ambiente. Esta sugerencia llega luego de la realización de
una encuesta que revela que la ecología está entre las principales
preocupaciones de los votantes. De este modo, el político empieza a
pronunciarse a favor del ecologismo y asegura tener la intención de combatir la
contaminación, cuando en realidad el tema no le interesa: es accionista de una
empresa contaminante y hasta suele arrojar residuos en la vía pública. Sin
embargo, con su impostura intenta generar empatía con la gente. Un
cantante romántico, por su parte, puede presentarse como un galán heterosexual
cuando, en realidad, es gay. La impostura se debe a que cree que, si reconoce
su orientación sexual, podría perder admiradoras y vender menos entradas para
sus conciertos.
Dado que la palabra impostura no
es muy común en el habla cotidiana, puede resultar muy útil buscarla en un
diccionario de sinónimos, para conocer otros términos cuyos significados sean
similares y nos aporten una mirada más amplia del suyo. Veamos algunos de los
más comunes a continuación: engaño, farsa, estafa, falsedad,
simulación, comedia, falsificación, teatro, superchería, calumnia, imputación,
difamación y murmuración.
Como ocurre con muchas otras
palabras de nuestro idioma, no es fácil encontrar un antónimo de impostura.
Para entender por qué sucede esto, en primer lugar repasemos las dos acepciones
que nos ofrece el diccionario de la Real Academia Española:
«imputación maliciosa y falsa»; «engaño o fingimiento que se presenta como una
verdad». ¿Cómo podríamos expresar lo opuesto a una acción retorcida y engañosa?
Pues simplemente como algo «puro» o «directo», como un discurso o una forma de
ser sin segundas intenciones ni letra pequeña. En definitiva, lo opuesto a la
impostura es lo que debería ocurrir normalmente,
lo que se espera de una persona, y por eso no es fácil definirlo.
Si nos vamos a un extremo
y tomamos como ejemplo el término asesino, también
nos encontraremos con la ausencia de antónimos, ya que no es necesario definir
la acción de «no matar» o la tendencia de «respetar el valor de la vida ajena», sino que estas
características son las que consideramos básicas en un ser humano de bien.
Cuando salimos a la
calle, cuando nos presentamos frente a otras personas, por lo general es casi
imposible no «vestirnos» de una impostura adecuada a las normas del grupo social
en el que nos insertamos. Esto no significa que seamos falsos, pero sí que
solemos limitar y alterar nuestra personalidad cuando nos encontramos fuera de
nuestro círculo íntimo, a veces con el deseo de respetar la libertad de los demás, y otras por vergüenza a
mostrarnos como realmente somos.
La impostura
maliciosa es diferente, ya que se adopta con la intención de obtener un beneficio, como bien se expresa en el ejemplo del dirigente
político que comienza a hablar en favor del medio ambiente a pesar de que no le
interese el tema en absoluto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario