Votar es un derecho que hoy en día
no se cuestiona, pero durante siglos las mujeres no pudieron hacerlo. El primer
país en autorizar el voto femenino a las mayores de 21 años fue Nueva Zelanda,
el 19 de septiembre de 1893, hace 128 años.
Este primer sufragio
femenino sin restricciones se logró gracias al movimiento liderado
por Kate Sheppard, pero no fue absoluto hasta 1919 cuando las
mujeres neozelandesas pudieron presentarse también a las elecciones. La primera
parlamentaria en llegar a la cámara del país fue Elizabeth McCombs en 1933.
El camino hacia el voto femenino
fue tortuoso en muchos países del mundo y supuso una encarnizada lucha hacia la
igualdad. En esta conquista destacan los nombres de muchas sufragistas
británicas como Emmeline Pankhurst, Emily Davison, Millicent
Fawcett, Mary Richardson, Maud Watts y Annie Kenney. Sufragistas
estadounidenses como Elizabeth Cady Stanton, Alice Stokes, Lucy Burns y Sojourner
Truth. La mítica Olympe de Gouges: la uruguaya Paulina
Luisi o la española Clara Campoamor, entre muchas otras.
Las
sufragistas británicas y su conquista
En la lucha por el voto
femenino, el papel de las sufragistas
británicas fue histórico. No fue un camino fácil. Fueron ninguneadas por ser
revolucionarias, por defender sus derechos e intentar crear un mundo más justo
e igualitario. Sufrieron ataques, recibieron insultos por la calle y fueron
apedreadas por manifestarse. La prensa tampoco se lo puso fácil y, en un
principio, la palabra ‘suffragettes’ fue utilizada de manera despectiva. Sus actos
fueron boicoteados y muchas mujeres sufrieron violencia y detenciones arbitrarias por
sus protestas e ideas.
“Nosotras, mujeres sufragistas, tenemos la misión más grande que
el mundo haya conocido: liberar a la mitad de la raza humana y, a través de esa
libertad, salvar al resto”, declaró Emmeline
Pankhurst, una de las principales activistas británicas.
Marion Wallace Dunlop fue en 1909 la primera sufragista que se
declaró en huelga de hambre tras ser detenida por grabar
la Declaración de Derechos Británica en un muro del Parlamento. Soportó 91
horas de ayuno hasta que fue liberada por su delicado estado de salud.
Muchas sufragistas siguieron su ejemplo y en prisión
fueron alimentadas a la fuerza, algo que hoy en día se
considera una forma de tortura. La sonda con la que intentaban introducirles
alimentos dañaba su nariz, garganta, tráquea y pulmones poniendo en riesgo su
salud.
Ante la conmoción popular por estas torturas, en 1913 se aprobó la ‘Cat and Mouse Act’ o “Ley del gato y el ratón”.
Según esta norma, las
presas sufragistas tenían que ser puestas en libertad cuando su estado de salud
empeoraba o si se encontraban muy débiles. Una vez recuperadas físicamente eran
detenidas e ingresadas en prisión de nuevo. Con este cruel “juego” las
sufragistas se convirtieron en el ratón que era liberado durante un tiempo por
el gato (las autoridades) para luego volver a ser atrapado.
Emmeline Pankhurst,presidenta de la Women's Social and Political
Union (Unión Política y Social de
Mujeres), fue arrestada y puesta en libertad en varias ocasiones. “[La prisión de Holloway] se convirtió en un lugar de horror y
tormento con escenas repugnantes de violencia a cualquier hora, ya que los
médicos iban de celda en celda desempeñando su terrible oficio", declaró.
Otra de las sufragistas británicas más conocidas, Emily
Davison, fue arrestada nueve veces y alimentada a la
fuerza en más de 40 ocasiones. Fue atropellada en el hipódromo de Epsom durante
una protesta cuando intentó colgar una cinta sufragista al caballo del rey
Jorge V. Murió días después a causa de las heridas sufridas.
El fin de estas torturas, detenciones arbitrarias y
violencias llegó con la Primera Guerra Mundial cuando este rey amnistió a las
sufragistas por una cuestión, se piensa, meramente práctica: las mujeres debían
sustituir laboralmente a los hombres que iban a la guerra.
El objetivo final de las sufragistas británicas, el
derecho al voto de las mujeres, llegó un poco antes del fin de la Primera
Guerra Mundial, en 1918, aunque en una versión reducida.
Solo aquellas mayores de 30 años y que cumpliesen con ciertos requisitos
mínimos de propiedad en Reino Unido pudieron votar por primera vez. Diez años
más tarde este derecho se extendió a las mayores de 21 años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario