Hugo Gerhard Simberg fue un pintor simbolista
finlandés que pintó a menudo sobre lo
sobrenatural y lo macabro, centrándose en no pocas
ocasiones en una figura recurrente en su pintura: la muerte personificada.
Hijo de
militar, con 18 años se metió en las artes y a los 23 acabó siendo alumno del
gran pintor finlandés de la época: Akseli
Gallen-Kallela, al que admiraba con pasión. Con
el caudillo del simbolismo en Finlandia como maestro enderezó su carrera hacia
las temáticas simbolistas y aprendió la técnica de la pintura al temple además
de diversas técnicas gráficas (Simberg se
convertiría en uno de los grandes nombres del grabado finlandés).
El joven
viajó además por toda Europa recopilando datos para enriquecer su imaginario. A
finales del siglo XIX ya sabía más o menos a lo que quería dedicar su pintura:
a las grandes,
grandísimas, inabarcables cuestiones existenciales que
preocupaban a todos los simbolistas, entre ella la vida, la muerte, el
interior, la naturaleza…
Sobre todo
el tema de la muerte aparece
en muchos cuadros, personificada como un esqueleto. Esta obsesión con la Parca acabó no
siendo del todo descabellada, pues como es evidente le llegó a él, como nos
llegará a todos. A Simberg quizás
un poco temprano, con sólo 44 años.
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