Patricio Grassini vive hace más de una
década en Estados Unidos, donde es docente de la Universidad de Nebraska. Allí,
junto a un grupo de colegas, elaboró un sistema que mide a escala global la
productividad de los suelos. ¿Cómo es el caso argentino?
El paso del tiempo, la necesidad de
los gobiernos y las empresas de contar con información clave para encarar las
campañas impulsaron el crecimiento de un trabajo que fue sumando nuevas
regiones.
En mayo de 2023 el proyecto, que se puede
visualizar en tiempo real en el sitio Yieldgap.org, la cuenta ya suma más de 70 naciones diferentes que aportan información.
Infocampo dialogó con Grassini mano a mano en
Rosario, donde contó cómo trabajan, quiénes hacen uso de esa información y
también cómo están los suelos argentinos a comparación del resto del mundo.
-¿De qué se trata
este atlas global que han realizado?
-Tenemos un proyecto que se llama
“Atlas mundial de brechas de rendimiento”, que es liderado por la Universidad
de Nebraska en la cual estamos tratando de estimar las brechas de productividad
para los sistemas de producción de cultivos más importantes del mundo.
La brecha de productividad se define
como la diferencia entre el rendimiento potencial de un determinado lugar,
por el clima, por el tipo de suelo, en relación a la productividad promedio que el productor alcanza hoy en día.
-Algo que le sirve
tanto al productor como a las industrias y el sector público.
-Exacto. Se trata de
entender cuál es el tamaño de esa brecha de productividad, porque es muy
importante para un productor individual ya que lo ayuda a diagnosticarse en
relación a ese potencial y sirve
como punto de partida para reflexionar qué se puede hacer para cerrar esa brecha de productividad y hacerlo de una manera costo efectiva.
¿Y a nivel país?
-Para ese caso también es muy
relevante entender cuál es el tamaño de esa brecha porque nos ayuda por ejemplo
a un país como Argentina a entender cuánto más podemos incrementar nuestras
exportaciones de grano si logramos intensificar el sistema de tal manera de
reducir esa brecha. Y en el caso de países que importan grano es importante
para ellos saber si el día de mañana pueden tener un nivel de autosuficiencia
alimenticia razonable o si van a seguir dependiendo de importaciones.
-¿Qué pasa a
nivel global?
-A ese nivel es muy importante
saber cuál es la capacidad que tenemos como humanidad de producir más en la tierra
cultivada actualmente
porque eso al final del día va a determinar la capacidad que tenemos de cumplir
con ese objetivo dual, que es alimentar al mundo, pero haciéndolo de una manera
de una manera tal que no implique expandir nuestra frontera agrícola a zonas
que no están bajo producción actualmente.
-En el camino que
llevan recorrido en estos 10 años, en los cuáles llegaron a un alcance que
supera los 70 países. ¿Hubo gobiernos que hicieron uso de sus servicios, han
cambiado políticas o incrementado las mismas?
Allí juega el uso
de fertilizantes, lo que nos convoca aquí en Rosario.
-Claro, porque esas políticas tienen
que ver por ejemplo con subsidios a esos fertilizantes y a otras tecnologías.
Así que sí, el Atlas ha sido usado ampliamente por un rango de usuarios que van
desde lo individual hasta gobiernos y organizaciones multilaterales.
EL CASO ARGENTINO
-Adentrémonos en
lo que tiene que ver con el campo y los productores argentinos. ¿Cuál es la
situación en nuestro país?
-Bueno, yo las llamaría
“malas-buenas noticias”. Porque depende de cómo se lo vea. La brecha para
Argentina es
intermedia en relación al resto del mundo, es alrededor del
50%. Pero esa es una brecha muy grande
también e implica que tenemos una excelente oportunidad para tratar de producir
más en un contexto mundial que demanda más alimento. Así que de cara a los
próximos 30 años Argentina debería estar en una posición envidiable para
beneficiarse económicamente si logra que reducir esas brechas de productividad.
-¿Qué camino debe
tomar Argentina?
-El desafío es hacerlo de una manera
sustentable y que beneficie al productor económicamente. Lo que hemos encontrado en nuestra
investigación es preliminares en Argentina es que la nutrición de los cultivos
juega algún rol clave en explicar esas brechas de rendimiento y considero que
cualquier programa de acá en adelante que trate de aumentar los rendimientos de
los cultivos más importantes de Argentina tiene que poner más énfasis en la
nutrición de cultivos. Es muy difícil pensar cómo podemos ser esas brechas de
rendimiento, si no hay un esfuerzo mayor enfatizar la necesidad de mejorar la
oferta de nutrientes.
-¿Qué nivel de
aplicación tiene la Argentina en relación al mundo y a sus suelos?
Actualmente las aplicaciones de
nutrientes son muy bajas, nuestros balances de nutrientes en Argentina
son más negativos que los de África.
¿Por qué?
-Porque tenemos productores del
primer mundo pero a la vez tenemos balances de nutrientes del Tercer Mundo.
-¿Hay algún país
de referencia al cuál podamos imitar en esta materia?
-Yo no soy muy creyente de hacer
comparaciones entre países, porque el contexto es totalmente diferente. Yo creo
que podríamos buscar la referencia dentro de nuestro mismo sistema. Porque
estoy seguro que en cada zona agroecológica donde se cultivan el girasol,
trigo, maíz o soja en la Argentina estoy seguro de que hay un porcentaje de
productores que están alcanzando alta productividad con la alta eficiencia en
el uso de los recursos y con un manejo adecuado del suelo. Por eso creo que se trata más de
descubrir a esos productores que ya alcanzaron las metas de intensificación
sustentable de tratar de entender, qué es lo que hacen y tratar de llevar eso a
escala para que
pueda ser adoptado por los otros productores.
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