¿QUIEN ARREGLO NUESTRO ADN
la que fuéramos HUMANOS? La diferencia del 2%
Los científicos de la
Universidad de California en Davis y Berkeley realizaron el primer estudio del
ADN que rodea a los genes que codifican la hemoglobina, y lo compararon con el
de los chimpancés. Como era de esperar encontraron muchos elementos Alu.
Mas lo llamativo fue que todos ellos, sin excepción, se encontraron en los
mismos lugares y con las mismas direcciones en ambas especies. Comparando las
secuencias de ADN de 7 elementos Alu en chimpancés y
humanos se vio que la similitud entre ambos iba del 94,7% al 98,9%.
Si comparamos los cromosomas humanos con los de los grandes
simios, chimpancés, orangutanes y gorilas, descubrimos una diferencia muy
llamativa. El genoma humano posee un cromosoma menos: ellos tienen 24 pares y
nosotros, 23. ¿Cómo es posible?
En 1982 Jorge Yunis y Om Prakash publicaron un artículo en Science que hoy se considera una pieza angular de la
biología evolutiva. Su trabajo confirmó lo que se sospechaba desde hacía
tiempo: los
cromosomas de humanos, gorilas, chimpancés y orangutanes son tan
similares que se pueden establecer una correlación casi perfecta entre ellos.
Trabajos posteriores abundaron en esta idea, mostrando que el genoma humano y
el del chimpancé son idénticos al 98%. Los dos conjuntos de cromosomas son tan
similares que cada cromosoma humano tiene su correspondencia en el chimpancé…
salvo una excepción: el cromosoma 2 humano.
En este caso, son
dos los cromosomas del chimpancé los que se ajustan perfectamente con el humano:
los llamados 2A y 2B. Nueve años después del artículo de Yunis y Prakash,
científicos de la Universidad de Yale secuenciaron el lugar del cromosoma 2
humano que se correspondería con una fusión de los telómeros (los finales de
cada cromosoma) de los cromosomas 2A y 2B del chimpancé. Y allí encontraron una
secuencia de ADN que demuestra que en algún momento esto fue lo que sucedió: se
fusionó el telómero de un cromosoma con el de otro. El lugar exacto de la
fusión se ha preservado mostrando 158 copias de la secuencia que marca el
lugar; es la X en los planos del tesoro.
Y no solo
eso, el centrómero (la parte que, como su nombre indica, se encuentra en el
centro) del cromosoma 2 humano coincide con el del 2A del chimpancé. ¿Y el
centrómero del 2B? En 1992 se encontraron restos de las secuencias
características de este lugar, hoy inactivo. Y precisamente por eso, por no
servir ya para su función inicial, el número de mutaciones que presentan es
relativamente alto. Esto es un proceso claramente evolutivo: para aquellas
secuencias de ADN que son útiles existen mecanismos de corrección frente a mutaciones; si no es útil o no desempeña
ninguna función, no hay motivo para corregir los errores.
Además de transposones, en nuestro genoma también tenemos pseudogenes, genes que han perdido su capacidad funcional, esto es, que no codifican ninguna proteína. Hay cerca de 20 000 de estos pseudogenes en los genomas del ser humano y del chimpancé y, como en el caso de los transposones, prácticamente todos se encuentran en los mismo lugares. Sólo hay unos pocos que nos diferencian:
163
en humanos y 246 en chimpancés, según el último recuento del Consorcio para la
Secuenciación y Análisis del Genoma del Chimpancé. Fue este grupo de más de 60
científicos los que en 2005 publicaron el primer borrador de la secuenciación
completa del genoma de nuestro primo hermano, lo que ha confirmado lo que
Darwin apuntó en su día: que los humanos compartíamos antepasados comunes
recientes con los grandes simios africanos.
Todo esto
nos lleva a una idea clave de la biología: la
teoría de la evolución de Darwin nos habla de la supervivencia del que mejor se
adapta al medio; la biología molecular nos dice cómo se construyó ese mejor
adaptado.
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