En España ya se
consigue en góndolas, mientras que en Argentina y otros países de la región
está en etapa de pruebas. Los países donde el alcohol está prohibido y los
"nuevos" consumidores que buscan bebidas más "sanas", los
mercados objetivo.
A fuerza de una demanda externa que
crece sostenidamente, y con mercados muy tentadores en otras partes del mundo, el vino sin alcohol empieza a sonar cada vez
más en la Argentina.
Por estos días el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) testea
y analiza su aprobación, la misma que
ya existe en España, y que en Sudamérica también se encuentra en etapa de
ensayos, como en Chile.
La motivación es importante y en la cadena lo saben. “Si vamos a hablar de consumo, la curva ascendente es impresionante, de los mayores aumentos vistos en el último tiempo”, remarcó el enólogo Gustavo Egea, de Bodegas y viñedos Renacer.
Pero el contraste viene por el lado del
cambio que se generaría en el producto: el temor pasa porque el proceso de
desalcoholización desnaturalice a una de las bebidas más consumidas en el mundo.
“Si bien la resolución C.71 de 1992
del INV plantea que para que un vino sea considerado como tal
deberá tener obligatoriamente más de 5°, lo que quiere decir que se pueden hacer vinos hasta ese piso de
graduación, hay métodos en la actualidad para poder realizar vinos sin
contenido alcohólico que el Instituto está testeando por estos días”, explicó
Luis Sentinelli, director de Estadísticas Públicas del INV.
MERCADOS PARA EL VINO SIN ALCOHOL
En espejo a lo que puede resultar la atracción que genera la yerba mate en países árabes como Siria, destino al que en 2022 Argentina envió el 78% de su exportación
yerbatera, el vino mira
con buenos ojos los mercados en los que beber alcohol no es una opción al
alcance de la mano, porque lisa y llanamente está prohibido.
“Habrá que ser muy creativos con las
inversiones, y pensar en
producir vinos con menor graduación alcohólica sin duda de aquí a los próximos
años. Y eso la industria puede hacerlo rápidamente”, afirmó Sentinelli.
Existen en la actualidad métodos de
desalcoholización mediante equipos modernos que recuperan aromas y trabajan a baja temperatura y
presión. Los mismos permiten obtener valores inferiores sin dañar el producto,
aseguraron desde el INV.
“Esa práctica ya se está haciendo en España,
donde la bodega Torres tiene la marca “Natureo”, con 0°. Acá el Instituto está
investigando desde hace un año y medio, ha hecho ensayos, ha hecho algunas
degustaciones de vinos de esos orígenes. Pero aún no
tenemos precisiones sobre qué se resolverá”, sostuvo
Sentinelli.
En paralelo se está experimentando,
investigando e invirtiendo en tal sentido para poder avanzar en mercados que
por razones éticas, religiosas, cuidado personal o temas impositivos requieren
de graduaciones más bajas de alcohol en todas las bebidas.
Sin embargo en la cadena
vitivinícola no solo miran a los más de 2.500 millones de consumidores a los
que podrían llegar: también observan las inquietudes del consumidor más cercano
que modifica sus hábitos.
“Una cosa es el cuidado personal de los
que siempre tomamos alcohol y ahora queremos tomar menos por un tema de cuidado
personal. Otra es el de los motivos religiosos, donde en ese mercado a lo mejor
hay gente que no bebe alcohol, pero a lo mejor quiere participar de la ceremonia
de almorzar o cenar con algún vino. Y con esta manera podrá hacerlo”, remarcó Sentinelli.
“La reducción de alcohol no puede ser realizada según una receta estándar, pero debe ser equilibrada con la estructura, el cuerpo, y
los aromas de vino. El punto ideal es esencialmente el equilibrio
adecuado para lograr el estilo deseado. ¿Tánico o dulce? ¿Fresco o lleno? Las
opciones de enólogo definen el carácter y el estilo de vino”, afirmaron.
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