El Valle del Tigris y el Éufrates,
territorio ocupado por la actual Irak, fue el escenario en el que hace más de 5500
años tuvieron lugar los más destacados avances de la humanidad,
tanto que pueden considerarse hitos de civilización. Nos referimos a
invenciones de incalculable valor, como el arado, la metalurgia, el cálculo, la
astronomía, la rueda, o, por supuesto, la escritura, es decir,
los pilares pasados sobre los que se sustenta el progreso presente.
En esta ocasión, nos centramos en uno de los mayores logros
intelectuales y culturales de la humanidad, que no es, ni más ni menos, que la
plasmación gráfica del lenguaje, hecho tan destacado que ha sido utilizado para
marcar el comienzo de la Historia. Indudablemente, nos estamos
refiriendo al nacimiento de la escritura, un sistema de comunicación liberado
de los límites temporales y espaciales del habla que permite transmitir y
plasmar permanentemente la información más allá del tiempo y lugar del
discurso, e incluso, de la memoria humana.
Fue en la antigua ciudad
mesopotámica de Uruk donde, en torno al 3300 a.n.e., vieron la luz las primeras
muestras de lenguaje escrito del ser humano. Se trataba de pequeñas tablillas de arcilla en las que se
comenzaron a inscribir signos simples para contabilizar elementos generalmente
vinculados a transacciones comerciales. Poco a poco, fruto del desarrollo del
comercio y del incipiente número de objetos con los que se comerciaba, fue
necesario incluir signos más complejos que identificaran a tales objetos. Fue
así como surgieron los primeros intentos de crear un sistema de registro
escrito de la información, denominado escritura protocuneiforme.
¿Cómo se leían los documentos?
Esta escritura primitiva no reflejaba el lenguaje hablado, sino
que estaba basada en la transmisión previa de información y conocimientos no
lingüísticos entre el emisor y el receptor para que fuera inteligible.
Así, en realidad aún no se sabe cómo los antiguos mesopotámicos leían aquellos
documentos, e incluso, si se puede hablar de “lectura” de los mismos en sentido
estricto.
Lo que sí se sabe es que en la base de este tipo de escritura
primitiva se encuentra el logograma, es decir, signos gráficos
que representan palabras individuales, sobre todo sustantivos, verbos y
adjetivos. Cuando estos signos gráficos que integraban el logograma se parecían
a aquello a lo que hacían referencia, se puede hablar de pictograma, como, por
ejemplo, escribir la palabra “vaca” mediante la imagen de la cabeza de una
vaca. Éste fue el elemento más común en los primeros intentos de escritura,
pero, poco a poco, se hicieron cada vez más simbólicos y fueron perdiendo la
similitud visual respecto a sus referentes.
Además, como en Mesopotamia la escritura se hacía en arcilla,
probablemente a finales del III milenio a.n.e., los pictogramas se giraron para
adaptarse mejor a la escritura horizontal y no tardaron en perder sus líneas
curvas, dado que los trazos rectos eran más fáciles de realizar en dicho
soporte. Así, pronto su valor simbólico primó sobre el icónico y se
convirtieron en trazos rectos en forma de cuña debido al
utensilio utilizado para escribir sobre la arcilla, un cálamo,
elemento que incluso definiría a esta forma de escritura: la escritura
cuneiforme.
Cuando fue necesario
referirse a nuevos objetos, a nuevos materiales o a nombres propios (personales
o geográficos), los inventores de este
sistema hicieron un uso ingenioso de los logogramas existentes a modo de
sílabas sobre la base de su pronunciación y los combinaron para escribir
palabras bajo nuevas formas.
Así fue como surgieron los denominados fonogramas, es decir, signos con valor silábico que representaban el sonido pero no el significado, lo que simplificó enormemente el inventario de signos que tenían que memorizar. El hecho de que la mayoría de los conceptos de aquella época se pronunciara con una sola sílaba facilitó el proceso de aunar varios pictogramas (sílabas) para representar un solo concepto (nueva palabra).
De ese modo, la palabra "esclava", que se pronunciaba /KURSAL/, se escribía como la combinación del pictograma usado para representar "montaña" porque se pronunciaba /KUR/ y del pictograma usado para representar "mujer" porque se pronunciaba /SAL/, aunque el significado de ambos pictogramas entre sí no estuviera relacionado.
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