¿Sabías que la
fachada que conocemos hoy es una réplica de la de 1816? La casona original fue construida durante la
década de 1760 por el comerciante Diego Bazán y Figueroa, para ser otorgada
como dote al matrimonio de su hija, Francisca Bazán, con el español Miguel
Laguna. La pareja tuvo extensa descendencia y, durante algún tiempo, vivieron
en el complejo más de quince personas.
Era una edificación de
estilo señorial, con una entrada de tipo zaguán, rodeada por dos habitaciones
que daban a un primer patio, contorneado de habitaciones por sus cuatro
costados. A continuación se hallaban tres salones principales, luego un segundo
patio, para seguir un tercer grupo de dependencias, destinadas al personal de
servicio.
Fuera
de las decoraciones aplicadas a paredes y aberturas, el edificio carecía de todo
ornamento, con la única excepción de las molduras ubicadas a ambos lados de la
puerta principal, representando columnas salomónicas.
En tiempos de revolución
Entre
marzo de 1816 y enero del año siguiente, la casa fue
asignada para las sesiones del Congreso de Tucumán. Para la mayor comodidad de
las reuniones, se derribó una de las paredes interiores que dividían dos de las
tres salas ubicadas entre el primer y segundo patio. Fue allí donde se firmó la
solemne Declaración de Independencia de la Argentina, el 9 de julio de 1816.
A partir de entonces, la
vía sobre la que se presenta su entrada principal cambió el nombre de Calle del
Rey a Congreso, su denominación actual.
Decadencia y casi total demolición
Tras
el traslado del Congreso a Buenos Aires, la casona se destinó a diversos usos y
devuelta a sus propietarios durante la crisis conocida como la Anarquía del Año
XX. Desde entonces, comenzó un proceso de deterioro y decadencia, hasta que, en
1874, fue definitivamente adquirida por el estado nacional, que la destinó a
edificio de Correos, anexándole posteriormente el servicio de Telégrafo.
En
1903, el gobierno se vio obligado a demolerla casi por completo, edificando
sobre la calle Congreso la sede de Correos de la Nación y del Juzgado Federal
de Tucumán, de estilo renacentista y coronado con las imágenes de dos leones
acostados.
La única parte salvada
fue el Salón de la Jura de la Independencia que, al año siguiente y por orden
del estado nacional, fue cubierto por un pabellón de ladrillos, con abundantes
estructuras de hierro y vidrio, de estilo Art Nouveau.
La reconstrucción
En
1941, la Casa de la Independencia fue declarada Monumento Histórico Nacional. A
partir de allí, una comisión especial ejecutó un proyecto para reconstruirla
tal como era en los tiempos del Congreso de Tucumán. Una ley provincial aprobó
esa obra, que se basó en las
fotografías de Paganelli de 1869 y los planos levantados durante el proceso de
su compra por el estado nacional.
Durante
las excavaciones previas, se encontraron los cimientos de la edificación
original, que facilitaron la tarea. Los trabajos finalizaron en 1943, e
intentaron ajustarse al máximo a cada detalle del edificio original,
utilizando incluso los mismos tipos de ladrillos, tejas y baldosas.
Otros hechos
históricos
La
casa fue elegida como sede de nuevos hechos trascendentales para la historia
del país. Por ejemplo, el 9 de julio de 1947, el presidente Juan Domingo Perón
declaró en este solar la Independencia Económica de la Argentina, con motivo de
la cancelación total de la deuda externa del país.
También fue víctima de
los tiempos oscuros de la Argentina, cuando en 1971 un grupo de cuatro guerrilleros
de la agrupación Montoneros ocupó brevemente el edificio y dañó sus paredes
interiores con pintura en aerosol.
La Casa de la Independencia hoy:
La
Casa de Tucumán funciona como museo y es centro tradicional de los festejos por
la Declaración de la Independencia. El museo consta de nueve salas de
exposiciones, en las que se exhiben muebles y vestuario de época, una
reproducción ajustada a la disposición del mobiliario durante las
deliberaciones, mapas, cuadros, una reproducción de la edición manuscrita del
Acta de la Independencia y una galería con los miembros del Congreso.
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