Como hace más de
20 años, partieron desde la Estación Forestal 25 de Mayo hacia el sur del país,
materiales de álamo y sauce que serán destinados a forestación. El objetivo:
mejorar sus suelos y producir madera de calidad para la industria.
Los bosques resultan claves para garantizar la sostenibilidad
del planeta, la seguridad
alimentaria, el mejoramiento de los suelos, las energías renovables y las
economías circulares.
En ese sentido, en la Patagonia
Argentina, desde hace
tiempo, la forestación adquiere una gran importancia
desde lo económico y lo social.
En ese sentido, la Estación Forestal 25 de Mayo del INTA hace patria, haciendo honor a la fecha que
le da nombre, y cumple un rol preponderante en el desarrollo de
materiales de álamos y sauces que son enviados a esta región de manera
periódica para
cumplir con el objetivo planteado por los productores patagónicos.
FORESTACIÓN PATAGÓNICA, CON AIRES PATRIÓTICOS
En esta oportunidad, partieron hacia Río Gallegos 15 mil metros lineales de guías, de
los cuales un 90% son sauces y el 10% restantes álamos, para ser utilizados por productores
forestales de la región.
“Son clones que tienen la particularidad
que más se adaptan a esta región del país y son producidos por la Estación
Forestal del INTA 25 de Mayo. Es un orgullo para nosotros ser un organismo que
contribuye a la forestación nacional con nuestra genética, incluso de sitios
ubicados a más de 3 mil kilómetros de distancia”, sostuvo a Infocampo, el director de la Estación, Vicente Dell’
Arciprete.
Según el especialista,
desde hace más de 20 años, esta experimental forestal de INTA, envía clones de
álamos y sauces a la Patagonia. “Los primeros envíos fueron hacia Gobernador Gregores y Pico
Truncado, en Santa
Cruz, hace más de 20 años”, recordó el entrevistado.
Además mencionó que Rió Gallego fue destino de los clones del INTA
durante todo estos años. “Desde esta ciudad, nuestra genética fue distribuida a
lo largo y ancho de la Patagonia, incluso hubo materiales que se
enviaron a Neuquén y zonas aledañas”, agregó.
Vale aclarar que los productores utilizan
la forestación en la Patagonia para recuperación de suelos anegadizos y para
producir madera.
“La madera que se recolecta en estos
campos, una vez que los arboles se cortan, se utilizan principalmente para la
producción de cajones de frutas en Neuquén y Río Negro y para la construcción de cajones de
pollos”, contó Dell’ Arciprete.
El uso de madera producida de manera
sustentable, según el investigador, es más amigable para el ambiente que el de
materias primas cuya elaboración requiere una proporción elevada de energía fósil.
En Patagonia se está
consolidando un capital importante en bosques plantados, a pesar de los
incendios, del retraso en el manejo y del avance de la urbanización sobre las
forestaciones.
LA PATAGONIA Y LOS BOSQUES
Especialistas afirman que la demanda
regional de madera crece, y para satisfacerla se requieren fletes de más de
2.000 km de distancia, con el consiguiente impacto sobre las emisiones de CO2. Como contracara, es una oportunidad para
desarrollar una producción forestal basada sobre empresas locales.
La región patagónica posee un potencial
biofísico para forestaciones y podría
satisfacer su demanda ocupando una mínima parte del territorio, en un contexto
en que los beneficios de la inversión serán percibidos por la generación
siguiente a la que realiza la plantación.
Su desarrollo requiere de escasa
tecnificación y -por ello- genera más empleo que en otras regiones del país. Las plantaciones
pueden moderar o revertir los procesos de deterioro de suelos.
Los bosques, manejados de forma adecuada,
mantienen parte de la vegetación nativa, la vida silvestre, y pueden capturar
grandes cantidades de CO2 adicional. La Patagonia posee un conglomerado de
instituciones dedicadas a la ciencia y la tecnología que ha generado las bases
para conducir de manera sustentable plantaciones en las que se atiendan las consideraciones de
localización, diseño y manejo.
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