Fuente, Fundación Favaloro: Personal médico y estudiantes son
los más analizados por la ciencia para entender las consecuencias que tiene
trabajar de noche, pero los resultados aplican a cualquier persona que deba
estar alerta durante el horario del sueño. “Quienes trabajan de noche están
realizando algo antifisiológico porque es la hora en que naturalmente estamos
preparados para dormir, por lo tanto, deberán hacer un gran esfuerzo para
mantenerse despiertos, activos y, sobre todo, prestar atención sin cometer
errores”, señala la doctora Mirta Averbuch, Jefa de la Unidad de Medicina del
Sueño del Instituto de Neurociencias del Hospital Universitario Fundación
Favaloro.
El horario nocturno, entonces,
implica dos problemas:
1) El consumo de sustancias
energizantes para mantener al cerebro despierto y la
dificultad de dormirse de día porque resulta antinatural.
Además de las inmediatas, estas dos traen otras consecuencias a largo plazo.
2) La disminución
sustancial del descanso necesario para estar lúcidos
durante el día lo que implica un cansancio permanente junto con una
irritabilidad sin solución de continuidad.
Ganarle al sueño
“Los estudios indican que sólo un 40%
de las personas se termina de adaptar medianamente bien a estos cambios de
horarios. Las consecuencias más frecuentes para quienes no logran adaptarse son
la obesidad, las dificultades de atención y de memoria y la irritabilidad”,
explica Pablo López, doctor en psicología especialista en sueño del Instituto
INECO.
“Me mantenía despierta a fuerza de
bebidas energizantes y de cigarrillos. Era diseñadora freelance en esa época.
Dormía de a ratos, pero me pasaba casi toda la noche despierta. Una vez llegué
a estar más de dos días sin dormir nada de nada, pasada de rosca”, cuenta
Carolina que hoy recuerda esos tiempos como tremendos. “Me quedó algo llamado
síndrome vertiginoso de periferia que también se conoce como el mal del
marinero: perdés el equilibrio y cada tanto te dan mareos constantes.”
La cuestión no sólo pasa por no poder
dormir en sí porque siempre se puede dormir de día -aunque esté comprobado, de
acuerdo con los especialistas, que nunca el descanso es el mismo, que siempre
es menor que en la vida normal-, sino porque se suceden dos quiebres. Por un
lado el biológico y por el social.
Respecto de lo biológico el asunto se
relaciona con la secreción de hormonas. De acuerdo con López se produce un
cambio en este sentido porque de noche segregamos melatonina que produce
somnolencia justo a la hora que el trabajo requiere de estar alerta. A esta
cuestión hormonal se le suma lo social porque, dado que es un horario para
dormir, no hay ninguna comida pautada como hábito social. “Quienes trabajan de
noche tienen menor posibilidad de llevar una dieta sana, se come mucho para
mantenerse alerta, de ahí la obesidad. Los estudios aseguran que en estos casos
se suelen hacer colaciones pequeñas y desordenadas”, señala López.
El largo plazo
Tal como indica López, estas dos
rupturas -biológica y social- están asociadas al llamado estrés
cardiometabólico que a largo plazo puede provocar enfermedades cardiovasculares
y diabetes tipo dos, “no es causa y efecto, pero sí hay una relación”, agrega.
Lamentablemente no son las únicas
consecuencias debido a que cada cuerpo reacciona como puede. “A largo plazo,
comienzan los olvidos, la falta de concentración, aparece una mayor
vulnerabilidad a la depresión y en las mujeres jóvenes puede disminuir la
infertilidad y ser mayor el número de abortos espontáneos”, asegura Averbuch.
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