El nihilismo se considera una forma de existencialismo cuando
afirma que la vida carece de significado, propósito o valor.
“De la
nada no sale nada”. Es un principio lógico, fácil de advertir al sentido común.
Pero, pues, como siempre, hay quienes contradicen lo obvio. Estos argumentan
que de la nada sí puede salir algo. Inútil discutir con ellos, van a sostenerse
en su creencia. Por más que les digas: “Es que, si no hay nada, absolutamente
nada, ¿cómo va a salir algo?”, siguen en su tozudez.
El concepto de nihilismo
El nihilismo se considera una forma de existencialismo cuando
afirma que la vida carece de significado, propósito o valor.
Muchos de los que defienden a “la nada” como aportadora de algo también la
defienden en el plano moral. Son nihilistas, término que viene del latín nihil
(nada). Niegan que haya valores trascendentes en el ser humano. De hecho, se
contradicen al afirmar que, en el plano moral, la nada no produce nada.
Y es fácil argumentar en contra. Los trascendentales del ser son el bien, la verdad y la belleza. Es obvio que siempre nuestra voluntad busca el bien o lo que consideramos adecuado para nosotros.
Nuestra inteligencia busca la verdad. A nadie le gusta que le digan mentiras. Si alguien dice: “Miénteme, pero no me dejes”, es que hay un problema en él o ella. Además, todos buscamos la belleza. Nadie en sus cabales dice: “Voy a buscar a la persona más fea para que sea mi novia o novio”. O si entramos a una tienda de ropa, no decimos: “Vamos a ver si hay una prenda fea fea, para comprarla”. Buscamos lo más bonito, dentro de nuestras posibilidades.
El nihilismo proliferó hacia finales del siglo XIX, principalmente
en Rusia. Entre los filósofos defensores de esta corriente se encuentran
Friedrich Nietzsche y Martin Heidegger, así como Jean-Paul Sartre, este más
ligado al existencialismo.
Decíamos que el nihilismo como sistema moral es erróneo, pues niega algo de lo
más importante que puede tener el ser humano: su trascendencia en el mundo, en
su entorno, en su familia, en sí mismo y su salvación eterna.
Fuente: Universidad de Guadalajara-
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