lunes, 8 de enero de 2024

LA BELLEZA DE LA MENTE HUMANAS: Kim Ung-Yong, la historia de niño prodigio que trabajó con la NASA con un IQ de 210.

 

LO DEJO TODO PARA SER FELIZ, obviamente era muy inteligente: A pesar de que muchos siguen viéndolo como un fracaso, esta persona dejó un legado importante: de nada vale la gloria, sino eres feliz. Kim tuvo todo para ser considerado un genio, pero priorizó su propia felicidad a través de una vida tranquila.



La frase “niño prodigio” solemos escucharla a menudo, aunque muchos de estos chicos terminan sin poder soportar la presión a la que se les someten. Sin embargo, Kim Ung-Yong parecía tenerlo todo para sobreponerse, llegando incluso a trabajar en la NASA.

Sin embargo, la historia de este hombre extraordinario está llena de altibajos y, a pesar de que logró hazañas impresionantes, su nombre apenas es reconocido en la actualidad. ¿Qué sucedió con el genio de Corea del Sur?

KIM UNG-YONG, EL NACIMIENTO DE UN PRODIGIO.



Hijo de un profesor de química y de una profesora en la Universidad Nacional de Seúl, Kim Ung-Yong parecía tenerlo todo hecho para tener una carrera académica exitosa. Sin embargo, nadie imaginaría la forma en que se desarrollaría.

Nació el 8 de marzo de 1962, en Seúl, y tan solo un año después, Kim ya dominaba tanto el alfabeto coreano como más de 1000 caracteres chinos. A los 3 años, estaba resolviendo problemas de cálculo y también publicó un libro de 247 páginas de ensayos, caligrafía e ilustraciones, tanto en inglés como en alemán.



Rápidamente, la atención internacional se fijó en él y a los 5 años, ya dominaba 5 idiomas con fluidez: coreano, japonés, inglés, alemán y francés. Incluso asistió a una clase de física en la Universidad de Hanyang.

Era claro que Kim Ung-Yong era un chico con un intelecto poco común y en sus manos podría estar la posibilidad de influir en la historia.

Con 4 años de edad, el niño asombró a los expertos al obtener un puntaje de 210 en una prueba de coeficiente intelectual para niños de 7 años. Esta hazaña lo llevó a obtener el coeficiente intelectual más alto del mundo según el Libro Guinness, aunque Marilyn vos Savant le arrebataría el puesto poco después.

Esto disparó su reputación, especialmente cuando demostró sus habilidades matemáticas en la televisión japonesa. En Fuji TV, con tan solo 5 años, Kim Ung-Yong resolvió complejos problemas de cálculo diferencial e integral.

Las impecables demostraciones llamaron la atención de una de las organizaciones científicas más importantes del mundo: la NASA.



Con solo 8 años de edad, la Agencia Espacial Estadounidense lo reclutaría. Esto fue un hecho inédito que debía aprovechar, así que trabajó durante una década con ellos. En ese tiempo, asombró a sus colegas con su memoria excepcional y su habilidad para resolver problemas matemáticos complejos.

Pero trabajar en la NASA no era tan fascinante como creía y su nueva vida no fue sencilla. Comenzó a sentirse solo y aislado, solo hablaba con sus compañeros de trabajo adultos, no tenía amigos de su edad y, para colmo, estos siempre estaban ocupados.

A pesar de ser un adolescente, Kim Ung-Yong hizo muchas contribuciones importantes para la NASA. Pero eventualmente, se desilusionó de su trabajo, alegando que sentía que su investigación era usada con fines destructivos y que sus jefes se atribuían el mérito de sus ideas.

Sintiendo el desprecio y rechazo, decidió regresar a Corea en 1978 para finalizar sus estudios. Obtuvo su título de secundaria en solo 2 años, después se matriculó en la universidad regional y estudió ingeniería civil. Muchas personas creían que su salida de la NASA era un desperdicio de sus talentos y, a pesar de sus logros, comenzaron a criticarlo.

LA VIDA COMO UN “GENIO FALLIDO”

Al finalizar su doctorado, Kim Ung-Yong obtuvo un puesto discreto en una empresa coreana llamada Chungbuk Development, donde trabajó como gerente intermedio. Atrás había quedado el niño prodigio, criticado y siendo llamado “genio fallido” por no cumplir las expectativas a su alrededor. Aun así, se mantuvo optimista y fue feliz en su “nueva” vida.

En 2007, trabajó como profesor adjunto en la Universidad Nacional de Chungbuk y, en 2014, cumplió su sueño de convertirse en profesor. Se unió a la Universidad de Shinhan, ya con 51 años.

Lo único extraordinario que puede leerse en su currículum fue su pasantía por la NASA; de resto, parece una hoja de vida común y corriente. Sin embargo, Kim Ung-Yong estaba satisfecho, había priorizado su felicidad ante el “éxito”.


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