LO
DEJO TODO PARA SER FELIZ, obviamente era muy inteligente: A pesar de que muchos siguen viéndolo como un
fracaso, esta persona dejó un legado importante: de nada vale la gloria, sino
eres feliz. Kim tuvo todo para ser considerado un genio, pero priorizó su
propia felicidad a través de una vida tranquila.
La frase “niño prodigio” solemos escucharla a menudo,
aunque muchos de estos chicos terminan sin poder soportar la presión a la que
se les someten. Sin embargo, Kim Ung-Yong parecía
tenerlo todo para sobreponerse, llegando incluso a trabajar en la NASA.
Sin embargo, la historia de este hombre extraordinario
está llena de altibajos y, a pesar de que logró hazañas impresionantes, su
nombre apenas es reconocido en la actualidad.
¿Qué sucedió con el genio de Corea del Sur?
KIM
UNG-YONG, EL NACIMIENTO DE UN PRODIGIO.
Hijo de un profesor de química y de una
profesora en la Universidad Nacional de Seúl, Kim Ung-Yong parecía tenerlo todo
hecho para tener una carrera académica exitosa. Sin embargo, nadie imaginaría la forma en que se
desarrollaría.
Nació
el 8 de marzo de 1962, en Seúl, y tan solo un año después, Kim ya dominaba
tanto el alfabeto coreano como más de 1000
caracteres chinos. A los 3 años, estaba resolviendo problemas
de cálculo y también publicó un libro de 247 páginas de ensayos, caligrafía e
ilustraciones, tanto en inglés como en alemán.
Rápidamente, la atención
internacional se fijó en él y a los 5 años, ya dominaba 5 idiomas con fluidez: coreano,
japonés, inglés, alemán y francés. Incluso asistió a una clase de física en la
Universidad de Hanyang.
Era claro que Kim Ung-Yong era un
chico con un intelecto poco
común y en sus manos podría estar la posibilidad de influir en la historia.
Con 4 años de edad, el niño asombró a los
expertos al obtener un puntaje de 210 en una prueba de coeficiente intelectual
para niños de 7 años. Esta hazaña lo llevó a obtener el coeficiente intelectual más alto del mundo según el Libro Guinness, aunque Marilyn vos
Savant le arrebataría el puesto poco después.
Esto
disparó su reputación, especialmente cuando demostró sus habilidades
matemáticas en la televisión japonesa. En Fuji TV, con tan solo 5 años, Kim
Ung-Yong resolvió complejos problemas de cálculo diferencial e integral.
Las impecables demostraciones llamaron
la atención de una de las organizaciones científicas más importantes del mundo:
la NASA.
Con solo 8 años de edad, la Agencia
Espacial Estadounidense lo reclutaría.
Esto fue un hecho inédito que debía aprovechar, así que trabajó durante una
década con ellos. En ese tiempo, asombró a sus colegas con su memoria
excepcional y su habilidad para resolver
problemas matemáticos complejos.
Pero trabajar en la NASA no era tan
fascinante como creía y su nueva vida no fue sencilla. Comenzó a sentirse solo y aislado, solo hablaba con
sus compañeros de trabajo adultos, no tenía amigos de su edad y, para colmo,
estos siempre estaban ocupados.
A pesar de ser un adolescente, Kim
Ung-Yong hizo muchas contribuciones importantes para la NASA. Pero
eventualmente, se desilusionó de
su trabajo, alegando que sentía que su investigación era usada con fines
destructivos y que sus jefes se atribuían
el mérito de sus ideas.
Sintiendo el desprecio y rechazo, decidió regresar a Corea en
1978 para finalizar sus estudios. Obtuvo su título de secundaria en solo 2 años, después se matriculó en la universidad
regional y estudió ingeniería civil. Muchas personas creían que
su salida de la NASA era un desperdicio de sus talentos y, a pesar de sus
logros, comenzaron a criticarlo.
LA VIDA COMO UN “GENIO FALLIDO”
Al finalizar su doctorado, Kim Ung-Yong obtuvo un puesto
discreto en una empresa coreana llamada Chungbuk Development, donde trabajó
como gerente intermedio. Atrás había quedado el niño prodigio, criticado
y siendo llamado “genio fallido” por no cumplir las expectativas a su alrededor.
Aun así, se mantuvo optimista y fue feliz en su “nueva” vida.
En
2007, trabajó como profesor adjunto en la Universidad Nacional de Chungbuk y,
en 2014, cumplió su sueño de
convertirse en profesor. Se unió a la Universidad de Shinhan, ya con 51 años.
Lo único extraordinario que puede
leerse en su currículum fue su pasantía por la NASA; de resto, parece una hoja de vida común y corriente. Sin
embargo, Kim Ung-Yong estaba satisfecho, había priorizado su felicidad ante el
“éxito”.
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