28 de enero de 2024 / 08:24
AM
En sus palabras previas al rezo del Ángelus dominical, el Papa
Francisco reflexionó sobre las cadenas que oprimen al hombre y señaló que,
cuando estas aparecen, lo peor que se puede hacer es dialogar con el diablo
porque siempre se pierde, en cambio, alentó a invocar a Jesús quien vino a
liberarnos de esas opresiones.
Pontífice explicó que el Evangelio de este 28 de enero “presenta
a Jesús liberando a una persona poseída por un ‘espíritu maligno’, que la
destrozaba y la hacía gritar sin cesar”.
El Santo Padre indicó a las 20.000 personas reunidas en la Plaza
de San Pedro que el objetivo del demonio es poseer a las personas para
encadenar sus almas. Señaló que algunas de estas cadenas son las adicciones;
las modas dominantes que empujan al hombre “al perfeccionismo imposible, al
consumismo y al hedonismo”, que lo mercantilizan y desvirtúan sus relaciones.
“Y también están las tentaciones y
los condicionamientos que socavan la autoestima, la serenidad y la capacidad de
elegir y amar la vida; está el miedo, que hace mirar al futuro con pesimismo, y
la intolerancia, que siempre echa la culpa a los demás; y está la idolatría del
poder, que genera conflictos y recurre a las armas que matan o se sirve de la
injusticia económica y de la manipulación del pensamiento”, añadió.
Ante ello, el Papa Francisco ha asegurado que “Jesús vino a
liberarnos de todas estas cadenas. Y hoy, al desafío del diablo que le grita:
‘¿Qué quieres [...]? ¿has venido a arruinarnos?’, responde: ‘¡Cállate, sal de
él!’”.
El Pontífice ha recordado que Cristo “tiene el poder de expulsar
al diablo” y de liberar a los hombres del poder del mal. Sin embargo, explicó
que Jesús “expulsa al diablo, pero no dialoga con él”.
Jesús nunca dialoga con el diablo,
y cuando ha sido tentado en el desierto, sus respuestas eran las palabras de la
Biblia, nunca un diálogo. Hermanos y hermanas, ¡con el diablo no se dialoga!
Estén atentos: con el diablo no se dialoga, porque si te metes a dialogar con
él, vence él, siempre. Estén atentos”, advirtió.
“¿Qué podemos hacer entonces cuando nos sentimos tentados y
oprimidos?, ¿negociar con el diablo! No, no se negocia con él. Debemos invocar
a Jesús: invocarlo allí, donde sentimos que las cadenas del mal y del miedo
aprietan con más intensidad”, añadió.
El Santo Padre señaló que “el Señor, con la fuerza de su
Espíritu, quiere repetir al maligno también hoy: ‘Vete, deja en paz ese
corazón, no dividas el mundo, las familias, nuestras comunidades; déjalas vivir
en paz, para que florezcan allí los frutos de mi Espíritu, no los del tuyo.
Para que reine entre ellos el amor, la alegría, la mansedumbre, y en lugar de
la violencia y los gritos de odio, haya libertad y paz’”.
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