¡Es muy
importante saber que nos pasa! Se considera estrés al mecanismo que se pone en
marcha cuando una persona se ve envuelta por un exceso de situaciones que
superan sus recursos. Por lo tanto, se ven superados para tratar de cumplir con
las demandas que se le exigen para superarlas. En estos casos, el individuo
experimenta una sobrecarga que puede influir en el
bienestar tanto físico como psicológico y personal.
Las causas que pueden ocasionar el estrés son muchas,
pero el estrés no tiene por qué ser malo, también hay estrés
positivo. En estas circunstancias el estrés actúa como un
proceso general de adaptación de los individuos al medio. Por ejemplo, el
estrés puede aparecer cuando alguien tiene frío tensando los músculos para
producir calor, cuando se produce un esfuerzo para hacer la digestión o cuando
alguien se duerme menos para estudiar.
El estrés
es imprescindible para la vida. Tenía todo el sentido hace
miles de años cuando el ser humano se dedicaba a la caza y éste le alertaba del
peligro. Ahora las adversidades son muy diferentes y las situaciones cotidianas
o laborales nos llevan a activar ese mecanismo de estrés sin
necesidad de que nuestra vida corra peligro. Según Víctor
Pérez Solá, director del Servicio de Salud Mental del Hospital
del Mar, en Barcelona, e investigador del Cibersam, “Intrínsecamente no es malo. Si,
por ejemplo, una persona tiene que presentarse a un examen y no tiene ese nivel
de alerta o de estrés, su rendimiento bajará. En el otro extremo, si el nivel
de estrés y alerta es más alto del que se tolera, la persona se bloqueará”. Así
pues, un poco de estrés “saludable” permite a la persona rendir
mejor y ser más resolutiva.
Causas
Por tanto, el estrés sirve como estímulo frente a
situaciones importantes para la persona afectada, como puede ser la pérdida de
un ser querido, la quiebra económica o frente a una boda. También puede servir
como mecanismo
de respuesta, según la Sociedad Española para
el Estudio del Estrés y la Ansiedad (SEAS), el estrés se
manifiesta en una primera fase de activación o preparación de la persona frente
a este estímulo; después hay un periodo de mantenimiento del estado de alta
actividad y, por último, cuando se ha superado la situación, se pasa a una fase
de agotamiento en la que la alta actividad cae bruscamente.
Para
adaptarse a las exigencias o a las necesidades activamos el proceso del estrés
que permite adaptarse y se manifiesta con reacciones como agilizar el
pensamiento, emplear una conducta más enérgica, aumentar la eficacia para
superar determinadas situaciones con éxito. A lo largo del día podemos vivir
estrés sin consecuencias negativas, además puede favorecer al aumento de la autoestima al
lograr incrementar el rendimiento y superar los retos y metas fijadas.
Sin embargo, empieza a ser perjudicial
cuando no se recuperan la energía o los recursos gastados. Si
sucede esto se produce un desgaste importante del organismo. Antonio Cano
Vindel, presidente de SEAS, pone como ejemplo el caso de los estudiantes:
cuando empieza la temporada de exámenes, duermen menos de lo que el cuerpo
necesita, sufriendo cambios, como el envejecimiento celular.
Síntomas
El estrés puede
causar muchos síntomas, tanto físicos, como psicológicos y emocionales. Muchas
veces los afectados no relacionan los signos con el propio estrés, los más
frecuentes son:
·
Dolor de cabeza: es
el tipo más frecuente, todo el mundo ha tenido dolor de cabeza alguna vez. El
más común es el dolor de cabeza tensional (provocado por la tensión muscular
que ejercemos sobre la cabeza, la mandíbula y el cuello entre otros), generado
por el estrés o la ansiedad de
forma habitual.
·
Mala memoria.
·
Diarrea (exceso
de heces acuosas y blandas) o estreñimiento o
dificultad para eliminar heces.
·
Falta de energía o de
concentración: la gente se centra tanto en un tema, que le
cuesta prestar atención al resto de cosas, perdiendo de ese modo parte de la
concentración.
·
Cambios de la conducta.
·
Problemas de salud mental: como
ansiedad o depresión.
·
Problemas
cardiovasculares y musculoesqueléticas: cuando el
estrés se prolonga mucho tiempo.
·
Cambios en el peso:
generado por los malos hábitos alimentarios vinculados con el estrés. Los
cambios de apetito suelen ir acompañados habitualmente de un estilo de vida
sedentario.
·
Problemas estomacales.
·
Cansancio constante y prolongado.
·
Problemas a nivel sexual: el
cansancio generado por el estrés puede prolongarse provocando problemas en
muchos ámbitos de la vida, incluido el sexo.
·
Rigidez en la mandíbula y el
cuello: que puede ocasionar dolores de cabeza.
·
Insomnio o
exceso de sueño: la dificultad para conciliar el sueño es una causa
frecuente de estrés, afectando tanto a la cantidad como a la calidad del sueño.
·
Desgaste a nivel celular y
envejecimiento: con el descanso se puede recuperar y hacer reversible
el proceso de desgaste por estrés. Si alguien no duerme de forma continuada
evitará en un estado de hiperactividad continuado y se le acumularán los
sucesos estresantes. En estos casos, la persona afectada puede llegar a tener
problemas de salud, tanto físicos y como mentales.
Tratamientos
Los expertos
recomiendan tratar de reducir el estrés lo máximo posible. Hay varias recomendaciones útiles
para conseguirlo:
·
Reconocer el
estrés y las situaciones que lo desencadenan.
·
Evitar paliar el estrés mediante hábitos poco
saludables: hacen más daño que los beneficios que se piensa que generan. Las
costumbres habituales que pueden causar daños al organismo son comer en
exceso, fumar y beber alcohol, o consumir otras drogas.
Hay muchas técnicas apropiadas
para mitigar el estrés, algunas de ellas son:
·
Admitir y reconocer que hay situaciones que no se
pueden cambiar, aunque se quiera, y tratar de lidiar con ellas de la mejor
forma posible cambiando algunos aspectos para tratar de amenizarlas.
·
Alejarse lo máximo de la fuente potencial del estrés.
·
Hacer ejercicio de forma regular para liberar
tensiones.
·
Adoptar una postura más positiva ante los problemas y
las situaciones complejas.
·
Aprender técnicas de relajación, como el mindfulness, realizar actividades como yoga o pilates.
·
Aprender a poner límites si el estrés se origina por
el exceso de tareas originadas en el trabajo o en el ámbito familiar.
·
Mantener una dieta saludable y equilibrada, como
la mediterránea.
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