Cuando uno tiene tal malestar
estomacal que no le dan ni ganas de comer, ¿qué mejor que un vaso de leche para
asentar el estómago?
Es
una bebida reconfortante y al menos proporciona algo de nutrición durante ese
ayuno forzado.
El
remedio ha pasado de generación en generación en países en los que la leche es
popular.
Hasta los años 80 había doctores que a veces
le recomendaban tomar leche a los pacientes que sufrían de úlceras del duodeno
(en el intestino, justo después del estómago) para ayudarles a aliviar el
malestar.
La leche es ligeramente acídica
pero mucho menos que el ácido gástrico que el estómago produce naturalmente.
Así que por mucho tiempo se pensó que podía neutralizar a ese ácido más fuerte
y calmar el dolor.
La
leche efectivamente provee una protección temporal contra el ácido gástrico
(1), pero varios estudios han demostrado que también estimula la producción de
ácido, lo que puede hacernos sentir mal otra vez después de un corto período de
mejora.
En
1976, diez valientes voluntarios se pusieron a prueba (2). Les vaciaron sus
estómagos y luego les dieron leche a través de un tubo que entraba por sus
narices. Una hora más tarde, succionaron el contenido de sus estómagos y luego
les midieron las secreciones de ácido gástrico cada cinco minutos.
Los
investigadores encontraron que la leche causó un aumento en la secreción de
ácido gástrico durante las siguientes tres horas, lo que podría explicar por
qué la gente con úlceras tipicamente experimenta dolor unas horas después de
comer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario