Los colibríes o
chupamirtos forman un grupo monofilético, esto es, que posee un origen común, de aproximadamente 340
especies que varían en forma, tamaño corporal y conducta. Agrupadas en la
familia Trochilidae, por lo que también se les conoce como troquílidos, este
conjunto de aves es, después del de los mosqueros (familia Tyrannidae), el
grupo monofilético de pájaros más diverso del continente americano (Tabla 1).
Las relaciones filogenéticas de los colibríes con otros grupos de pájaros no
son muy claras y debido a los avances en la sistemática molecular, quizás ya
sean caducas. Hay pruebas al menos de que aparecen al mismo tiempo que los
vencejos, con los que han sido clasificados tradicionalmente por compartir
algunas características morfológicas.
Por
otro lado, se acepta que los colibríes se ordenen en dos grupos, los ermitaños
en la subfamilia Phaethorninae (ca. 30 especies), y los demás colibríes en la
Trochilinae (ca. 310 especies). Aunque hay cierta variación en tamaño corporal,
aproximadamente 80% delas especies son de tamaño medio (en promedio pesan 4
gramos y tienen una cuerda alar de 50-60 mm). El tamaño del pico varía entre 10
y 120 mm, pero en promedio la mayoría de las especies tienen un pico de
aproximadamente 20 mm, aunque se puede observar que no hay una
distribución normal en tamaño de picos.
Los colibríes se pueden encontrar en una gran variedad de hábitats, desde las selvas húmedas y secas en los trópicos —donde proliferan con una gran variedad de formas— hasta los bosques de coníferas en las zonas templadas, desde los desiertos cálidos hasta las montañas cubiertas de nieve en donde sobreviven sólo los que pueden entrar en torpor. Geográficamente, se distribuyen desde Alaska hasta la Patagonia, pero su área de mayor diversidad se ubica a lo largo de la línea del ecuador. En cuanto a su distribución altitudinal, los colibríes se encuentran desde el nivel del mar hasta a más de 4 000 msnm.
Los
colibríes poseen ciertas características únicas. Con su peculiar manera de
volar, al revolotear pueden maniobrar en todas las direcciones y a una
velocidad sorprendente. Los cambios en el esqueleto, como el gran tamaño del
esternón y la reducción de los huesos en el brazo, así como la musculatura
asociada al esternón son interpretados como adaptaciones para su forma de
vuelo. Otra peculiaridad es que se alimentan esencialmente del néctar de las
flores. Aunque llegan a consumir grandes cantidades de artrópodos, los
colibríes, junto con los murciélagos, son los nectarívoros vertebrados más
importantes en el Nuevo Mundo. Colectan por capilaridad el néctar floral con la
lengua, que es un tubo largo que se bifurca hacia la punta y que se puede
extender hacia afuera hasta la misma distancia del tamaño del pico.
Sin
duda, una de las características que convierte a los colibríes en un grupo
único es su plumaje. Debido a la variedad de sus ornamentos—crestas, gargantas
y colas largas de varios colores y formas—, los colibríes forman un grupo que
se presta a la formulación de preguntas sobre selección sexual y evolución de
formas y caracteres. Quizás lo más interesante sea que la mayoría de los
colores en sus plumas no son producidos exclusivamente por pigmentos como
sucede en casi todas las aves, sino mediante la refracción de la luz que incide
en ellas, lo que se conoce como iridiscencia. Sin embargo, a diferencia de
otros pájaros con plumas iridiscentes como los quetzales, la iridiscencia de
las plumas de los colibríes es producto de la modificación de la estructura de
las plumas y del número y grosor de capas de aire y pigmentos (dos tipos de
melaninas). Aunque la física de la producción de colores es bien entendida, la
variación y los patrones de la distribución de colores entre las especies no se
ha estudiado aún. Por ejemplo, no se sabe si el color magenta se produce de la
misma manera en todas las especies que lo presentan y si el color se observa
siempre en una misma región corporal.
Las
interacciones sexuales de los colibríes también son interesantes. Mucho se ha
hablado de la promiscuidad de su sistema de apareamiento (un caso extremo de la
poligamia), en donde las hembras se encargan de la construcción del nido, del
cuidado de los huevos y las crías. Sin embargo, aún no existen suficientes
datos de historia natural para asegurar que éste sea el patrón más extendido en
el grupo. Otra generalización que se ha hecho acerca de los colibríes es que
los plumajes vistosos son exclusivos de los machos, argumentando que esto
incrementa la probabilidad de su diversificación morfológica y especiación.
De
hecho se han utilizado argumentos clásicos de selección sexual para explicar el
porqué de la evolución del dimorfismo sexual en colibríes. Sin embargo, es
posible refutar este convencionalismo, ya que sólo 54% de todas las especies
presentan plumajes dimórficos. En la figura 4 se muestran los patrones
generales. Por un lado, el dimorfismo sexual en donde sólo los machos poseen
plumajes iridiscente su ornamentaciones sin iridiscencia; en seguida el
monomorfismo sexual en donde machos y hembras comparten un plumaje iridiscente
u opaco, y por último, un patrón ontogenético único documentado sólo para
algunas especies, en donde las hembras pierden la iridiscencia al madurar
sexualmente (polimorfismo).
Se
piensa que las hembras "pierden" la iridiscencia para reducir
posibles agresiones entre sexos, es decir, que la función de estos plumajes no
estaría ligada necesariamente a un contexto sexual, sino a otro tipo de
interacciones agonísticas entre individuos y entre especies. La reciente
documentación de estos polimorfismos abre nuevas posibilidades de
interpretación y estudio sobre la función y evolución del plumaje iridiscente
de los colibríes. Asimismo, para explicar la presencia de todos estos patrones
de coloración es necesario recurrir a explicaciones múltiples.
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