sábado, 9 de marzo de 2024

UN DIA COMO HOY 09 de marzo de 1811 recordamos la “Batalla de Tacuarí” y al General Belgrano.

En el marco de las campañas de la Junta de Buenos Aires hacia el norte para expandir las ideas de la revolución, después de la derrota de Paraguarí, Belgrano, entendiendo que su misión no era estrictamente militar sino fundamentalmente política, brindó un muy buen trato a los prisioneros de guerra paraguayos, a quienes liberó imbuidos de los ideales revolucionarios.



Las tropas de Belgrano alcanzaron y ocuparon una posición al sur del río Tacuarí a mediados de febrero de 1811. La intención de Belgrano era mantener la posición del río Tacuarí como cabecera de playa, a la espera de los refuerzos solicitados y prometidos desde Buenos Aires. Para asegurar su repliegue, Belgrano mandó al Capitán Gregorio Perdriel a La Candelaria con 100 hombres y 2 cañones.

Las urgencias logísticas apremiaban a Belgrano, quien había pedido apoyo al gobernador de Corrientes: “(…) fuerzas para vigilar la costa, municiones para cañones “de a 2” y “de a 4”, especialmente balas rasas y pólvora. Asimismo, Belgrano pidió a la Junta de Buenos Aires refuerzos de tropa veterana, “cartuchería de bala de fusil”, piedras de chispa, equipo y dinero en efectivo para pagar los sueldos a la tropa (…)”.



El General Belgrano aclaró que de los efectivos actuales, sólo podía contar con los soldados de Buenos Aires por su instrucción y su patriotismo. El resto de las fuerzas abandonaban sus posiciones apenas el enemigo abría el fuego. El 14 de febrero, ante el fuego de artillería aislada paraguaya, se desbandaron los milicianos, de una posición avanzada, dejando a los oficiales sin medios.

Belgrano había resuelto hacer frente al enemigo en el paso de Tacuarí [Hijo de Dios en guaraní]. Acampado el ejército en la margen izquierda del río, su derecha estaba apoyada sobre un bosque espeso. Al frente y sobre el paso dos piezas de artillería en batería y otras dos en reserva, dominaban el camino de la margen opuesta impidiendo toda maniobra del adversario. Dos piezas de artillería fueron colocadas en la espesura de un pequeño bosque, a la izquierda para batir los botes paraguayos que cerraban la línea del Tacuarí. A la espalda se veían en una planicie unas isletas de árboles enmarañados, que se prestaban para la defensa. No lejos del paso existía un monte que podía servir de castillo, y que lleva desde entonces el nombre de Cerrito de los Porteños.



En los primeros días de marzo llegó al terreno de los sucesos el comandante paraguayo General Manuel Atanasio Cabañas, de decisiva participación en Paraguay, quien tomó el mando de las fuerzas.
Su plan de ataque, previo a completar sus tropas unos 3.000 hombres, fue el de realizar dos ataques secundarios, uno frontal para tomar efectivos, el otro fluvial para distraer fuerzas y el ataque más importante envolviendo el flanco principal de la posición del General Belgrano.

Los paraguayos atacaron el 09 de marzo al amanecer. El ataque se inició con el fuego de artillería paraguaya en el propio Paso Tacuarí. A la hora de iniciarse el combate, Belgrano fue informado de que el enemigo había atravesado el Tacuarí, aguas arriba, con efectivos importantes. Entonces, Belgrano ordenó al Mayor General Machain que respondieran al ataque con 130 hombres y 2 piezas de artillería, mientras él sostenía el paso con una fuerza de 250 hombres, compuesta de dos compañías de naturales de Misiones, una de arribeños y algunos granaderos, esta fuerza estaba apoyada por cuatro cañones.



Mientras el fuego se mantenía con intensidad por ambos bandos en el centro y la derecha patriota, le informaron a Belgrano que por el flanco izquierdo, que lo cubría el Tacuarí subían cuatro botes con canoas y gente armada. Inmediatamente encomendó al Mayor Celestino Vidal, con los granaderos que quedaban, y al Capitán Campos de Arribeños, el rechazo de la incursión fluvial.

En esta ocasión se destacó la actuación de Vidal, ya que se encontraba muy enfermo de la vista, por lo cual se servía como lazarillo de un joven tambor llamado Pedro Ríos [El tambor de Tacuarí, quien resultaría muerto heroicamente en la batalla], cuando recibió la orden de hacerse cargo del ala izquierda para repeler el ataque de la flotilla paraguaya; entonces abrió un sostenido fuego de mosquetería, rechazando al enemigo y apoderándose de las canoas.

El centro se conservaba impenetrable al enemigo, pero la situación en el flanco derecho de la posición era desfavorable para los patriotas. La superioridad numérica y la potencia de fuego de la artillería paraguaya eran decisivas, y la división de Machain fue rodeada y tomada prisionera. Luego de una obstinada resistencia, según el parte paraguayo, tuvieron que entregarse prisioneros, incluso su jefe, perdiendo dos piezas de artillería, un carro capuchino y una carretilla de municiones. Tres oficiales con unos pocos soldados se abrieron camino por entre los enemigos y llegaron al campamento.



Al conocer Belgrano la pérdida de esta división, confió al Capitán Pedro Ibánez el mando de la columna de ataque, que lo había reclamado por ser el oficial más antiguo que quedaba, mientras ocupó su puesto en la retaguardia y ordenó que quemaran sus papeles reservados para que no cayeran en poder del enemigo.

A pesar de que el enemigo con cerca de 2.000 hombres, apoyados por seis cañones, avanzaba de manera decidida, la pequeña columna patriota no vaciló. La infantería, formada en pelotones en ala, adelantaba valientemente. La caballería, formada en dos pelotones de 50 hombres, iba sobre los flancos, mientras los artilleros llevaban las piezas.
El ataque de las fuerzas patriotas contra fuerzas que duplicaban varias veces sus efectivos fue exitoso. Mediante el sostenido fuego de fusilería y un avance arrollador, rechazó al enemigo hasta el límite del bosque. Este, sorprendido, se replegó para reorganizarse.



La lucha había durado más de siete horas, librándose cuatro combates en condiciones de evidente inferioridad, sin que existiera ninguna posibilidad de éxito. Ante estas circunstancias, Belgrano expresaba: “(…) viendo yo que era indispensable evitar otra mayor efusión de sangre, y que mis cortas fuerzas podían ser envueltas por el crecido número de los contrarios, que ya me habían tomado el único camino de retirada, aprovechándome del asombro que les causó el valor de los nuestros, y en decidida idea de perecer con su general antes que rendirse, envié de parlamentario al intendente del ejército don José Alberto de Cálcena y Echevarría (…)”.

Aceptada la propuesta por el General paraguayo Manuel Cabañas de que cesaran las hostilidades y que el ejército patriota repasaría el Paraná, Belgrano inició su repliegue el 10 de marzo, recibiendo los honores del ejército hermano.
En esas circunstancias, Belgrano mantuvo un breve encuentro con el General paraguayo Cabañas, en el cual le manifestó la triste situación en que estaba reducida España, invadida por poderosos enemigos, y los justos y poderosos motivos que había tenido Buenos Aires para establecer un gobierno patrio y concluyó exponiendo la necesidad y conveniencia que las otras provincias americanas hicieran lo mismo que Buenos Aires.

Durante aproximadamente una legua, Belgrano fue acompañado por el segundo jefe realista, Coronel Gamarra. Las tropas realistas llegaron a Itapuá el 11 de marzo, desde donde Belgrano envió el parte de combate y de la finalización de la Campaña al Paraguay a la Junta de Buenos Aires.



De acuerdo con el parte, las fuerzas de Belgrano en combate tuvieron 11 muertos y 12 heridos, sin contar los prisioneros de los realistas, los extraviados y los desertores.
Belgrano establecido en La Candelaria mantuvo una correspondencia con Cabañas y al decir de un historiador paraguayo: “(…) Antes que los restos del ejército de Belgrano dejaran el país estaban ya sembradas las semillas de la revolución que no iban a tardar en dar sus frutos (…)”.
- Fuente: Instituto Nacional Belgraniano, Pagina Web Institucional, Enlace: Belgrano, Apartado: El Militar, Tema: Batalla de Tacuarí.

Poema al “Tambor de Tacuarí”:

En 1909, el escritor, poeta y académico argentino Rafael Obligado [Buenos Aires, 1851 – Mendoza, 1920], le dedicó el poema titulado “El Tambor de Tacuarí”, que hasta la mitad del siglo XX fue recitado por miles de alumnos argentinos: 

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