miércoles, 15 de mayo de 2024

¿QUE? ¿Realmente tenemos un “cerebro reptiliano”? que responden de los neurobiólogos -El saber nos hará libres-

 

En neurobiología, quizás el concepto erróneo que más ha prosperado a lo largo de las últimas décadas, y que pese a los grandes fallos que presenta sigue gozando de mucha aceptación, es el concepto de “cerebro reptiliano”.



Extremadamente popular dentro del sector del neuromarketing, el modelo del “cerebro reptiliano” (también conocido como cerebro triuno) es una idea propuesta en los años setenta por el médico y neurocientífico Paul MacLean.

En ella se divide el cerebro humano en tres estructuras las cuales, según este modelo, aparecieron una detrás de otra: en primer lugar tendríamos estructuras muy internas (como el tallo cerebral), que serían las áreas más primitivas y se denominarían cerebro o complejo reptiliano, y sobre estas se habrían desarrollado los sistemas límbicos y, a partir de estos, el neurocortéx.



La idea que defiende el neuromarketing es que el cerebro reptiliano sería el responsable de nuestra toma de decisiones más emocional e incontrolable, y por lo tanto a la que hay que apelar para que la gente compre algo emocionalmente sin pensar en si lo necesita, se lo puede permitir, etc. mientras que el neurocortéx sería la parte más racional.

Este modelo, ya para empezar, malinterpreta el desarrollo evolutivo del cerebro: todas las partes de un organismo evolucionan en conjunto y, por lo tanto, tienen la misma antigüedad. 



Si hay estructuras como el tallo cerebral que se pueden encontrar tanto en reptiles como en aves o mamíferos, es porque son áreas esenciales para controlar parámetros vitales como la respiración o el latido del corazón. Llamar ancestral o primitivo las estructuras cerebrales que compartimos con otros animales vertebrados es como llamar ancestral a tener un órgano que bombea la sangre o un esqueleto. Son partes vitales para un animal vertebrado y, por lo tanto, están en todos los vertebrados, pero eso no significa que sean partes evolutivamente atrasadas.

Además, uno de los fallos más graves del modelo reptiliano es que aísla cada parte del cerebro, cuando en realidad son todo áreas de un mismo cerebro extremadamente entrelazado: en el ser humano, la toma de decisiones es un proceso que involucra simultáneamente múltiples partes del cerebro, desde zonas (como algunas que están en el neurocortéx) que valoran los elementos más racionales de la decisión, como aquellas que producen y realizan una serie de valoraciones emocionales, zonas que estarían en el “cerebro reptiliano”.

Es decir, no hay una “decisión reptiliana”, sino que los procesos emocionales son parte de la toma de decisiones general, lo que ocurre es que en ocasiones los factores emocionales tienen más peso, mientras que otras veces podemos hacer una valoración más racional, pero siempre existen ambos factores.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario