viernes, 7 de junio de 2024

MIEL de ABEJAS: ¿Comestible 3.000 años después?

 Se ha podido constatar, por hallazgos arqueológicos, que ya la utilizaban los antiguos egipcios. De hecho se han encontrado vasijas de barro llenas de miel con más de 3.000 años de antigüedad en tumbas de faraones. Y lo más curioso es que a pesar del largo tiempo transcurrido no se había echado a perder y era aún comestible.




Para producir unos 450 gramos de miel hay que recolectar el néctar de unas 2 millones de flores. Una sola abeja produce el equivalente a la doceava parte de una cucharadita de miel a lo largo de su vida, que dura unas seis semanas en épocas productivas. Una colonia elabora entre 2,7 y 4,5 kilos de miel al año.




La miel, pues, nunca se estropea, aunque sí puede perder parte de su textura, aroma y sabor si no se conserva de la forma adecuada. En ese caso perdura, sin perder propiedades, mucho más allá de lo que indica la fecha de consumo preferente o caducidad.



Para asegurarse de que mantiene sus nutrientes, color, sabor e incluso consistencia, hay que guardarla en un bote hermético, a temperatura ambiente y en un sitio donde no le dé directamente la luz solar. No se aconseja dejarla en la heladera.

El motivo de esta durabilidad tan extraordinaria es una enzima que las abejas tienen en el estómago y que actúa sobre el néctar que han absorbido y lo transforma en ácido glucónico y peróxido de hidrógeno, que previene el crecimiento de bacterias.

Más nutritiva que el azúcar y más energética que la cafeína

En cuanto a sus nutrientes, contiene todos los básicos: agua, vitaminas, minerales y enzimas para proporcionar la energía necesaria para el ser humano. Otro aspecto importante es la presencia de antioxidantes, especialmente beneficiosos para las funciones cerebrales.

Se considera un gran proveedor de energía natural gracias a sus elevados niveles de hidratos de carbono y glucosa. Los hidratos son el combustible primario que utilizamos para obtener energía, y son imprescindibles para mantener el glicógeno de la musculatura.

Existe la idea de que es imprescindible utilizar cucharas de madera para manipular la miel, porque las metálicas se oxidan y la estropean. No es más que un mito basado en la acidez de la miel. Cierto que a la larga podría producir oxidación, pero eso no ocurre en las décimas de segundo que se tarda en servirse unas cucharadas. Otra cosa es dejar la cuchara permanentemente en el tarro de la miel, algo desaconsejable. Si hay que hacerlo, la mejor opción es una de madera.

Hay quien cree que las abejas no necesitan la miel para sobrevivir, pero es un falso mito. De hecho, una colmena necesita unos 13 kilos de miel para sobrevivir al invierno, ya que es su principal fuente de energía.

Para producir unos 450 gramos de miel hay que recolectar el néctar de unas 2 millones de flores. Una sola abeja produce el equivalente a la doceava parte de una cucharadita de miel a lo largo de su vida, que dura unas seis semanas en épocas productivas. Una colonia elabora entre 2,7 y 4,5 kilos de miel al año.

 

 

 

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