La Flecha Verde, monumento erigido
en Chang’ang en memoria del emperador Wudi Wu de Han, (nació en el 141 a. C.)
de unos 103 metros de alto. Inaugurada en 2024.
Todo
comienza hace más de dos milenios cuando nació la Ruta de la Seda, una red de
itinerarios comerciales y culturales que interconectaban la mayor parte del
Asia continental y se ramificaban hasta las islas del sudeste asiático, el
África oriental y el Mediterráneo.
La
Ruta nació aproximadamente en el siglo I a.C. y no fue por razones económicas
sino estratégicas, a iniciativa de una China que envió embajadas a los
territorios colindantes con el objetivo de establecer alianzas militares contra
sus enemigos Xiongnu. El encargado de realizar esas misiones fue un diplomático
y explorador llamado Zhang Qian.
Wudi
o Wu de Han, era el sexto mandatario de su dinastía. Subió al trono en el 141
a.C., cuando sólo tenía quince años de edad, y su etapa se caracterizó por tres
cosas fundamentalmente:
La centralización del Estado bajo postulados
confucianistas, la política cultural (con él nació la prestigiosa Yuefu u Oficina Imperial de
Música, de la que ya hablamos en otro artículo) y la expansión
territorial (que le permitiría contactar culturalmente con Eurasia occidental).
Los xiongnu eran un obstáculo para esto último, ya que controlaban el Xiyu, es
decir, las regiones occidentales, como se denominaba a Asia Central.
El
emperador eligió como primer aliado a los yuezhi o kushán, antiguo pueblo
iranio nororiental de costumbres nómadas que vivía en los pastizales semiáridos
del oeste de Gansú y que fue desplazado por los xiongnu en el 176 a.C.
escindiéndose en dos grupos:
Uno
se fusionó y diluyó con las poblaciones vecinas del Gansú y el otro emigró
hacia el valle del río Ilí, donde, a su vez, desalojó a los naturales del
lugar, los sakas (escitas). Luego llegaron otros, los wusun, y los yuezhi
tuvieron que reemprender su éxodo, estableciéndose en Sogdiana y Bactriana (hoy
Tayikistán).
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