La Universidad de Buenos Aires es
una institución académica pública, distinguida a nivel nacional e
internacional. Mantiene en alto el compromiso de impartir educación masiva, de
calidad y generar conocimiento con equidad, de modo de contribuir a formar una
sociedad con posibilidades para toda la ciudadanía.
A lo largo de sus más de 200 años
de vida, varias generaciones se formaron en ella y contribuyeron al desarrollo
universitario nacional y de la Nación argentina. Por sus aulas pasaron 5
Premios Nobel -3 de ellos en ciencias-, 17 presidentes y cientos de
destacados profesionales de todas las áreas.
Actualmente
cuenta con más de 350000 estudiantes, más de 110 carreras de grado y más de 570
de posgrado; 13 facultades, 6 hospitales y 72 institutos de investigación;
1.800 grupos de investigación que trabajan en los departamentos e institutos de
las facultades, 1.500 de esos grupos son financiados completamente por la UBA.
Estos grupos están integrados por más de 5.300 investigadoras e investigadores
formados, y 11.400 en etapa de formación.
Es la
universidad más grande del país, con más de 30.850 cargos docentes
universitarios, más de 2.250 preuniversitarios y 13.470 trabajadores y
trabajadoras nodocentes.
En los últimos años, se lograron
avances importantes en diversas áreas. Se amplió la oferta educativa de las
escuelas de enseñanza media con la creación de la Escuela Agropecuaria,
la Escuela Técnica de Villa Lugano y el Colegio
pre-universitario Ramón Cereijo de Escobar, que se sumaron al Colegio
Nacional de Buenos Aires, a la Escuela Superior de Comercio
"Carlos Pellegrini" y al Instituto Libre de Segunda
Enseñanza, ILSE.
Además, se encaró un proceso
intenso de internacionalización, que derivó en la multiplicación de los
convenios de cooperación internacional y en una mejora significativa en los
rankings internacionales.
La UBA es la mejor universidad
del país, y continúa afirmándose como la mejor de Iberoamérica, ubicada en el
puesto 71° del Ranking Global de universidades QS. Se mantiene en
el TOP 100 mundial de manera ininterrumpida desde el año 2015.
Además, por su desempeño en importantes áreas como reputación académica y
resultados de empleabilidad obtenidos por sus graduados, se encuentra entre las
mejores 50. Es la única casa de altos estudios pública, masiva, intensiva en
investigación y gratuita en alcanzar esta posición.
Primeros pasos
La Universidad de Buenos
Aires fue creada por un decreto del gobierno provincial el 9 de agosto
de 1821, y quedó formalmente inaugurada con un acto que tuvo lugar
en la Iglesia de San Ignacio tres días después, el 12 de agosto. Su
fundación fue impulsada por la influencia modernizadora del gobernador
provincial, Martín Rodríguez.
La nueva Universidad incorporó
algunas de las instituciones de enseñanza superior que funcionaban en la ciudad
desde hacía algunos años. El gobierno designó como primer rector al Presbítero
Antonio Saénz. Su primera organización fue en departamentos, en lugar de la
clásica división en facultades propia de las universidades desde los tiempos
medievales. Primeras Letras, Estudios Preparatorios, Ciencias Exactas,
Medicina, Jurisprudencia y Ciencias Sagradas fueron las estructuras de estudio
iniciales.
A partir de 1852, con el
ingreso del país en la etapa de la organización constitucional y el inicio de
la consolidación del Estado nacional, la UBA pasó a ser un lugar estratégico en
la adquisición de habilidades y conocimientos de educación superior entre
aquellos que se sentían atraídos por la vida política y la administración
pública. Muchos de sus estudiantes desempeñarían un rol central en la vida
pública de Argentina durante la segunda mitad del siglo XIX.
La década de 1860 abrió un
proceso de liberalización de la universidad y de una consecuente pérdida de
influencia del saber eclesiástico. Es en esta etapa que comenzaron a
desarrollarse los estudios científicos en un sentido moderno.
La década de 1880 trajo cambios
sustanciales en el ámbito universitario. Tras la federalización de la
Ciudad de Buenos Aires, en 1881 la UBA dejó de ser provincial y pasó a depender
del Estado Nacional.
A partir de esos años comenzaron
también a instrumentarse desde el Estado una serie de leyes y medidas
específicas que tenían como propósito principal asegurar la constitución de un
sistema educativo de carácter laico. Con la Ley Avellaneda como telón de
fondo, la Universidad sancionó nuevos estatutos y pasó a organizarse en
torno a facultades con alto grado de independencia. Estas
transformaciones dieron pie al camino de democratización de su vida
interna.
Los años de la Reforma y la gratuidad
En 1906 comenzó el proceso de
democratización de la UBA. A partir de una serie de protestas estudiantiles en
las facultades de Derecho y Medicina, se reformó el estatuto y se eliminaron
los consejos vitalicios. En 1908 se creó la Federación Universitaria de Buenos
Aires (FUBA) y diez años después tuvo lugar la Reforma Universitaria. Iniciada
en la Universidad de Córdoba y extendida después por todo el país y la región,
este hito permitió hacer grandes avances en materia de democratización,
libertad de cátedra y pensamiento e impulso de la ciencia.
Años más tarde, durante el
gobierno de Juan Domingo Perón, se introdujeron nuevos cambios que acentuaron
la participación popular en la universidad. En 1949, por decreto ley, se
estableció la gratuidad de la enseñanza universitaria, que hasta entonces era
arancelada. Se produjo una ampliación constante y significativa del número de
estudiantes universitarios, iniciándose así el proceso de masificación de la
matrícula. Al finalizar 1955, la UBA contaba con casi 72.000
estudiantes.
La Universidad bajo la dictadura y el regreso de la democracia
Desde 1955 y hasta el golpe de
Estado de 1966, se inició en la UBA un intenso proceso de renovación que se
profundizó con la sanción de nuevos estatutos en 1958. Estos aseguraron la
autonomía y el cogobierno de estudiantes, profesores y graduados. En 1958,
además, se creó la editorial de la universidad, Eudeba.
El proceso de transformación y
modernización de la UBA se expresó de diferentes formas: la orientación
profesionalista quedó relegada y cobraron impulso las actividades de
investigación, con la masificación de los concursos docentes, la extensión del
sistema de dedicación exclusiva, la emergencia de nuevos institutos científicos
y la creación del Conicet. Los años sesenta estuvieron caracterizados por un
clima de creciente conflictividad política. En este tiempo, por su parte, el
número de estudiantes siguió incrementándose y, además, cambió su composición,
con un aumento significativo del número de estudiantes mujeres: pasaron del 24
al 35% de los egresados de la UBA.
Tras el golpe militar de junio de
1966, el general Juan Carlos Onganía intervino las universidades disponiendo
que los rectores pasen a ser “administradores”. En respuesta, estudiantes y
profesores ocuparon cinco facultades de la UBA y el gobierno militar ordenó el
desalojo por la fuerza policial, avasallando la autonomía universitaria.
Los episodios que se suscitaron a
partir de esta decisión dieron lugar a uno de los momentos más dolorosos de la
historia universitaria argentina: La noche de los Bastones Largos, que incluyó
la renuncia de cerca de mil trescientos docentes de la universidad.
Un día después de producido el
golpe militar del 24 de marzo de 1976 las universidades fueron intervenidas.
Las instituciones universitarias fueron uno de los focos centrales de la
represión implementada por el régimen militar.
Su política se expresó en
cesantías masivas de docentes y no docentes, expulsiones de estudiantes y en el
secuestro y desaparición de personalidades relevantes de la comunidad
académica, particularmente vinculados con la militancia gremial tanto docente
como estudiantil.
Una nueva etapa en la historia de
las universidades se inició con la recuperación de la democracia en diciembre
de 1983. El gobierno encabezado por Raúl Alfonsín impulsó la reincorporación de
los docentes cesanteados u obligados a renunciar por cuestiones políticas e
ideológicas y comenzó la implementación de concursos. Otras de las medidas se
orientaron a eliminar las restricciones al ingreso a la Universidad.
Con ese propósito se suprimieron
los aranceles y, en la mayor parte de las casas de estudios, se suprimió el
examen de ingreso. En la Universidad de Buenos Aires, el ingreso directo se
implementó a partir de 1985 con la creación del Ciclo Básico Común. La
matrícula universitaria tuvo un crecimiento acelerado en todo el país a partir
de entonces, y ese proceso fue especialmente intenso en la UBA. Mientras
el número de nuevos inscriptos en 1982 había superado apenas los 13 mil
estudiantes, en 1987 alcanzó los 47 mil.
Desde entonces, la UBA no ha
parado de crecer: academia, investigación, salud, extensión. A los históricos
pilares de la universidad se suman voluntariado, centros culturales, una
editorial universitaria, medios de comunicación, deportes, turismo y una planta
de trabajadores docentes y nodocentes que dan prestigio a la Universidad
insignia de todos las/os argentinos.
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