Las
medidas contra la delincuencia surtieron efecto tras varias décadas de trabajo
de parte de las autoridades. Las penas también alcanzan a la clase política. La
historia de Singapur es una de esas que no son sencillas de creer. La República
está constituida por 61 islas, en el extremo de la Península de Malasia.
Hoy
en día es un país que no sólo tiene mejor nivel de vida y un mayor poder
adquisitivo que muchos de los más importantes países de Europa, entre ellos
España; sino que también cuenta con los mejores centros educativos de Asia, y
sus estudiantes hablan tres idiomas.
Su
Universidad Nacional es la número 30 entre las mejores universidades del mundo,
mientras que comparativamente, la mejor universidad de América Latina en ese
ranking es la Universidad Nacional Autónoma de México, que ocupa el lugar 150.
Singapur tiene además una fuerza laboral de las más calificadas, y muchas
empresas extranjeras operan desde ahí por su seguridad y productividad.
Pero
no sólo eso: también es el país que erradicó la inseguridad y la delincuencia
con la pena de muerte. La pena capital se instauró como norma en el año 2013.
Para
quienes no viven en Singapur y algunos organismos de Derechos Humanos, el
modelo que se implementa en el país oriental es muy restrictivo, e incluso no
son pocos los que afirman que tiene características autoritarias desde lo
jurídico. Sin embargo, de este modo lograron un radical cambio de conducta de
la gente, y crearon valores para darle seguridad a sus habitantes. De hecho,
tiene uno los índice más bajo en criminalidad y violencia entre los países
asiáticos y del mundo.
Sobre
los delitos de abuso sexual y otros menores, en Singapur se publica actualmente
el nombre de los violadores y se televisan los juicios. Incluso implementan
otra curiosa medida como lo es la de habilitar a personas que en parques o
espacios públicos, van vestidos de basureros, pero que tienen como finalidad la
de detener delincuentes para ponerlos a trabajar.
Los
diarios locales publican diariamente las fotografías de los delincuentes y
además hablan sobre los delitos que han cometido, condenándolos socialmente
para luego llevarlos ante la Justicia, de modo tal que sepan que no pueden
hacer lo que quieren y que su accionar tiene consecuencias.
Así
las cosas, de ser una de las zonas más conflictiva del mundo, donde las drogas
circulaban como si nada, pero hoy Singapur es una nación segura.
Claro
que organismos como Amnistía Internacional cuestionó en reiteradas
oportunidades los métodos para lograr tanta seguridad y reducción del delito.
En Singapur encontraron la solución a la delincuencia ejecutando a los
delincuentes en la horca. Sin embargo, a los familiares de los condenados se
les permite recoger el cadáver del ejecutado varias horas después del
ahorcamiento, una vez emitido el correspondiente certificado de defunción.
Actualmente Singapur es uno de los países más educado, prósperos y seguro del
mundo, con la renta por capital de la más alta en Asia y en escala mundial, que
otros muchos países.
Hace
12 años en las cárceles había más de 500.000 presos, pero seis meses después,
sólo quedaban 50. Se adopto la pena de muerte y el trabajo forzado para los
criminales confesos, narcotraficantes y violadores probados siendo los más
repetitivos condenados a muerte. Pero el gobierno fue más lejos todavía, se
decreto que toda figura pública corrupta (políticos, policías, militares, etc.)
fueran condenado a muerte (eso sí, siempre y cuando se cuenten con pruebas
solidas que los involucre).
La
depuración de la policía, sistema judicial y político, mas una nueva
legislación, le permiten al país gozar de una solida estabilidad, en donde el
contrabando y la posesión de drogas puede originar cadena perpetua o pena de
muerte.
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