viernes, 9 de agosto de 2024

TEMÍAN MORIR: Durante 200 años el TOMATE fue una de las cosas más temidas en Europa.

 

Las personas del norte de Europa y Estados Unidos se privaron de comerlo por una razón tan simple como ridícula: miedo. Pueblos enteros temían tanto a esta fruta que hasta le llamaron la « manzana envenenada» y, durante 200 años, no pudieron disfrutarla y aquí te contamos la extraña historia del terror a los tomates.



 Del plomo a los gusanos mortales

No hay una sola razón por la que los Europeos temían a los tomates. En realidad fue una secuencia de malos sucesos que fueron arruinando la reputación de nuestra fruta (¿ o verdura?) favorita a lo largo de 200 años, y todo comenzó cuando recién fue introducida a esa parte del mundo, en el siglo XVI.

Pietro Andrae Matthioli, un naturista italiano nacido en 1501, fue uno de los primeros en estudiar a los tomates y los clasificó en la categoría de las solanáceas, una variedad conocida por ser afrodisíaca. Así fue como se ganó su mala reputación por primera vez: los puritanos de la época creían que esa planta podía tentar a las personas a caer en el pecado.



Eso no causó miedo, aunque sí el disgusto de los religiosos de la época, pero lo que sí lo convirtió en una planta temible fue la publicación de un herbario en 1597 que decía que las hojas y el tallo eran tóxicos y que, mientras que la fruta no, tenía un sabor desagradable. El libro, escrito por un barbero—cirujano llamado John Gerard, se volvió muy popular en Inglaterra y, más tarde, en Estados Unidos. Ellos los tenían como decoración, pero nunca en sus platos.

Mientras tanto, los Españoles e Italianos ya lo habían incorporado en sus dietas y, sorpresa sorpresa, nadie murió envenenado. Entre otras cosas porque era comida de pobres y los servían en platos de madera. Pero como no tenían forma de saberlo, simplemente pensaron que era porque estaban hechos para las personas que vivían en países más cálidos porque necesitaban «enfriar sus estómagos». 

Sin embargo, el miedo a los tomates, aunque fuera ridículo, no era del todo infundado. Muchos aristócratas habían muerto después de comerlos y, naturalmente, creyeron que la culpa era de la comida y no de que sus platos estaban hechos de estaño, un metal que contiene mucho plomo. Como los tomates son tan ácidos, cuando los colocaban sobre la vajilla podían contaminarse y envenenar a los que los comían. El pobre tomate no era el responsable de las muertes, la química sí, pero en esa época las personas no tenían forma de saberlo.

Los tomates fueron el peor enemigo de los Ingleses y Norteamericanos hasta que, en 1880, los napolitanos tuvieron la idea más genial de la historia de la gastronomía: la pizza.

 

 

 

 

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