El Libro de Soyga es un texto dedicado a
la magia escrito, en el siglo XVI. En su día, una de sus copias -hoy en día
solo hay dos- perteneció al académico, alquimista, mago y consejero
real John Dee, una de las figuras más misteriosas de su época.
El libro se creía perdido, pero en 1994 aparecieron dos manuscritos, uno en la
Biblioteca Británica y otro en la Bodeliana, ligeramente diferentes entre sí,
pero que se correspondían con el viejo tratado mágico.
La
figura de John Dee fue de lo más interesante, pero si nos centramos en su
biblioteca y este libro en concreto, habría que comentar su interés por crear
una Biblioteca Real, algo que fue descartado en su día por María I de
Inglaterra. Dee, entonces, comenzó a acumular libro tras libro, llegando
a poseer una impresionante biblioteca personal de más de 3000 volúmenes,
entre los que se encontraba el Libro de Soyga.
Al parecer, Dee adquirió este libro en un largo viaje que
realizó por Europa en busca de nuevos conocimientos mágicos. Este tratado le
llamó la atención, desde luego, porque en sus páginas podemos encontrar numerosos
hechizos, notas sobre astrología, consejos sobre demonología, reseñas de otros
misteriosos libros mágicos y muchísima información sobre el mundo angélico.
De hecho, el mago inglés llegó a decir que había logrado contactar con el ángel
Uriel gracias, en parte, al libro de Soyga.
Como curiosidad, en el libro hay unas cuantas páginas llenas de
letras, cuadrados
mágicos a base de un código que todavía hoy no se ha llegado a descifrar.
Algunos piensan que esta magia cabalística, típica del XVI y que desciende de
la kabbalah hebrea,
está fuera de nuestras capacidades actuales, mientras que otros, tras un
profundo análisis, creen que existen numerosos errores de transcripción en las
letras, al ser copiadas de un texto más antiguo.
Lo cierto es que, tras la muerte de Dee, la mayor
parte de su biblioteca desapareció saqueada por amigos
cercanos y muchos de los libros se vendieron y subastaron por todo el mundo. En
el caso del libro de Soyga, acabó en manos del Duque de Lauderdale en 1692, y,
de ahí, en algún momento, pasó a las estanterías de la Biblioteca Británica,
donde permaneció varios siglos hasta su recuperación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario