sábado, 12 de octubre de 2024

La MAGIA de las MANOS HUMANAS: Castillo de la GARZA BLANCA de Himeji.

 

El castillo de Himeji, en la prefectura de Hyōgo, alberga el torreón más alto de las fortificaciones existentes en Japón y ha sido designado Tesoro Nacional. En 1993 se convirtió en uno de los primeros sitios Patrimonio de la Humanidad de Japón.




El castillo de Himeji, Tesoro Nacional de Japón, se yergue al fondo de la avenida principal Ōtemae, que continúa desde la salida norte (salida del castillo de Himeji) de la estación de JR Himeji.






Debido a su imponente figura, parece estar muy cerca de la estación, pero realmente los separa un kilómetro de distancia. Llegar al castillo toma aproximadamente 15 minutos a pie hasta la entrada del parque de Himeji que es el puente de Sakuramon. Además, se debe caminar por el amplio terreno del parque y atravesar los senderos sinuosos que conectan la entrada del castillo con los recintos ninomaru y honmaru. En total, toma un poco menos de una hora llegar a la parte superior del torreón.

El castillo de la Garza Blanca: “mil fachadas” y una fortaleza “sin combates e ininflamable”




El torreón principal del castillo de Himeji tiene una altura de 31,5 metros. Es el más alto de los 12 que sobreviven en la actualidad y que datan de antes del periodo Edo (1603-1868). Si se añade a su estructura de cinco capas y seis pisos el piso subterráneo en el que se encuentran los cimientos de los muros de piedras, alcanza una altura de 46,3 metros. Gracias a que este castillo se levanta en el pequeño monte Hime, cuya cima se encuentra a 45,6 metros, se puede admirar desde lejos su imponente figura.

La principal característica del castillo de Himeji es que el torreón principal, en dirección sureste, está conectado a través de atalayas pasadizo watariyagura con los torreones menores del oeste, del noroeste y del este. Los techos de los cuatro torreones se superponen, por lo que la silueta del castillo se transforma dependiendo de la dirección desde donde sea visto. Por esta razón también es conocido como el castillo de “mil fachadas”.




El distintivo blanco brillante de sus muros se debe a una técnica de enlucido conocida como shirosikkuisō nurigome. El estuco, resistente al fuego, cubre no solamente las paredes de este castillo, sino también las brechas de las tejas en los tejados. Ya que su silueta se asemeja a una majestuosa garza con las alas desplegadas, también se lo conoce como el castillo de la Garza Blanca.

Tiene otros motes como la fortaleza “sin combates e ininflamable”. Desde principios del periodo Edo, cuando se completó la construcción del castillo tal como lo conocemos ahora, no ha sido escenario de guerras y tampoco ha sufrido graves daños por incendios o terremotos. A finales del periodo Edo, el castillo fue cercado por las fuerzas imperiales e incluso encañonado, pero se rindió de inmediato. Durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que los bombardeos asolaron el territorio de Himeji, el castillo sobrevivió milagrosamente. Gracias a esto continúan en pie muchos edificios de gran valor como las ocho edificaciones que han sido designadas Tesoro Nacional de Japón: cuatro torreones y las atalayas pasadizos watariyagura que los conectan, así como otras 74 que han sido nombradas propiedades culturales de importancia.

La mayor obra maestra de los castillos del periodo moderno temprano registrada independientemente como Patrimonio de la Humanidad

El castillo de Himeji tiene su origen en el bastión del monte Hime, edificado por el guerrero Akamatsu Norimura entre los periodos Kamakura (1185-1392) y Nanbokuchō (1336-1392). En 1346, Sadanori, su segundo hijo, lo reconstruyó como un castillo.

En 1467, cuando se reinstauró el clan Akamatsu, se erigieron otros edificios como los de honmaru. A partir de entonces, el castillo del monte Hime quedó en manos de la familia Kodera, una rama de los Akamatsu, y de los Kuroda, vasallo principal de la misma. A mediados del siglo XVI, los Kuroda construyeron el primer castillo de monte verdadero, pero en 1580 Kuroda Yoshitaka (alias Kambee o Jōsui) se lo entregó a Hashiba Hideyoshi (posteriormente Toyotomi Hideyoshi) que entonces aspiraba a controlar el oeste del país. Hideyoshi lo cercó con muros de piedra y construyó un torreón de tres capas, es decir, hizo de este un castillo de la era moderna temprana. Fue en ese periodo que se lo renombró como castillo de Himeji.

Ikeda Terumasa, quien tenía como segunda esposa a la segunda hija de Tokugawa Ieyasu, y hombre de gran confianza de su suegro, edificó la fortaleza tal como la conocemos en la actualidad. Tras la Batalla de Sekigahara (1600) se convirtió en el señor feudal de Himeji y, al siguiente año, emprendió una remodelación de grandes dimensiones. Era tal su autoridad que llegó a ser conocido como el shōgun del oeste. En 1609, con la construcción de una serie de espléndidos torreones conectados entre sí, completó el castillo.

Debido a su corta edad, Mitsumasa, nieto y sucesor de Terumasa, fue enviado al castillo de Tottori. El castillo de Himeji pasó a las manos de Honda Tadamasa, un importante vasallo de los Tokugawa. En 1617 manda a construir los recintos sannomaru y nishinomaru.

a deidad protectora del castillo de Himeji está consagrada en el santuario de Osakabe, en el último piso del torreón. Desde aquí se puede observar una vista panorámica de la ciudad de Himeji detrás del animal mitológico shachihoko en el techo del castillo.

Dentro del recinto también hay un gran número de atractivos tales como edificaciones famosas y propiedades culturales. Se recomienda visitar el jardín japonés Kōkoen, justo al oeste del castillo. También se puede admirar la fachada norte del castillo desde el parque conmemorativo Shirotopia y la iluminación al anochecer.

 

 

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