El castillo de Himeji, en la prefectura
de Hyōgo, alberga el torreón más alto de las fortificaciones existentes en
Japón y ha sido designado Tesoro Nacional. En 1993 se convirtió en uno de los
primeros sitios Patrimonio de la Humanidad de Japón.
El castillo de Himeji, Tesoro Nacional de Japón, se yergue
al fondo de la avenida principal Ōtemae, que continúa desde la salida norte
(salida del castillo de Himeji) de la estación de JR Himeji.
Debido
a su imponente figura, parece estar muy cerca de la estación, pero realmente
los separa un kilómetro de distancia. Llegar al castillo toma aproximadamente
15 minutos a pie hasta la entrada del parque de Himeji que es el puente de
Sakuramon. Además, se debe caminar por el amplio terreno del parque y atravesar
los senderos sinuosos que conectan la entrada del castillo con los
recintos ninomaru y honmaru. En total, toma un poco
menos de una hora llegar a la parte superior del torreón.
El castillo de la Garza Blanca: “mil fachadas” y
una fortaleza “sin combates e ininflamable”
El
torreón principal del castillo de Himeji tiene una altura de 31,5 metros. Es el
más alto de los 12 que sobreviven en la actualidad y que datan de antes del
periodo Edo (1603-1868). Si se añade a su estructura de cinco capas y seis pisos
el piso subterráneo en el que se encuentran los cimientos de los muros de
piedras, alcanza una altura de 46,3 metros. Gracias a que este castillo se
levanta en el pequeño monte Hime, cuya cima se encuentra a 45,6 metros, se
puede admirar desde lejos su imponente figura.
La
principal característica del castillo de Himeji es que el torreón principal, en
dirección sureste, está conectado a través de atalayas pasadizo watariyagura con
los torreones menores del oeste, del noroeste y del este. Los techos de los
cuatro torreones se superponen, por lo que la silueta del castillo se
transforma dependiendo de la dirección desde donde sea visto. Por esta razón
también es conocido como el castillo de “mil fachadas”.
El distintivo blanco brillante de sus muros se debe a una
técnica de enlucido conocida como shirosikkuisō nurigome. El
estuco, resistente al fuego, cubre no solamente las paredes de este castillo,
sino también las brechas de las tejas en los tejados. Ya que su silueta se
asemeja a una majestuosa garza con las alas desplegadas, también se lo conoce
como el castillo de la Garza Blanca.
Tiene
otros motes como la fortaleza “sin combates e ininflamable”. Desde principios
del periodo Edo, cuando se completó la construcción del castillo tal como lo
conocemos ahora, no ha sido escenario de guerras y tampoco ha sufrido graves
daños por incendios o terremotos. A finales del periodo Edo, el castillo fue
cercado por las fuerzas imperiales e incluso encañonado, pero se rindió de
inmediato. Durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que los bombardeos
asolaron el territorio de Himeji, el castillo sobrevivió milagrosamente.
Gracias a esto continúan en pie muchos edificios de gran valor como las ocho
edificaciones que han sido designadas Tesoro Nacional de Japón: cuatro
torreones y las atalayas pasadizos watariyagura que los conectan,
así como otras 74 que han sido nombradas propiedades culturales de importancia.
La mayor obra maestra de los castillos del periodo
moderno temprano registrada independientemente como Patrimonio de la Humanidad
El
castillo de Himeji tiene su origen en el bastión del monte Hime, edificado por
el guerrero Akamatsu Norimura entre los periodos Kamakura (1185-1392) y
Nanbokuchō (1336-1392). En 1346, Sadanori, su segundo hijo, lo reconstruyó como
un castillo.
En
1467, cuando se reinstauró el clan Akamatsu, se erigieron otros edificios como
los de honmaru. A partir de entonces, el castillo del monte Hime
quedó en manos de la familia Kodera, una rama de los Akamatsu, y de los Kuroda,
vasallo principal de la misma. A mediados del siglo XVI, los Kuroda
construyeron el primer castillo de monte verdadero, pero en 1580 Kuroda
Yoshitaka (alias Kambee o Jōsui) se lo entregó a Hashiba Hideyoshi
(posteriormente Toyotomi Hideyoshi) que entonces aspiraba a controlar el oeste
del país. Hideyoshi lo cercó con muros de piedra y construyó un torreón de tres
capas, es decir, hizo de este un castillo de la era moderna temprana. Fue en
ese periodo que se lo renombró como castillo de Himeji.
Ikeda Terumasa, quien tenía como segunda esposa a la
segunda hija de Tokugawa Ieyasu, y hombre de gran confianza de su suegro,
edificó la fortaleza tal como la conocemos en la actualidad. Tras la Batalla de
Sekigahara (1600) se convirtió en el señor feudal de Himeji y, al siguiente
año, emprendió una remodelación de grandes dimensiones. Era tal su autoridad
que llegó a ser conocido como el shōgun del oeste. En 1609, con la
construcción de una serie de espléndidos torreones conectados entre sí,
completó el castillo.
Debido
a su corta edad, Mitsumasa, nieto y sucesor de Terumasa, fue enviado al
castillo de Tottori. El castillo de Himeji pasó a las manos de Honda Tadamasa,
un importante vasallo de los Tokugawa. En 1617 manda a construir los
recintos sannomaru y nishinomaru.
a deidad protectora del castillo de Himeji está consagrada
en el santuario de Osakabe, en el último piso del torreón. Desde aquí se puede
observar una vista panorámica de la ciudad de Himeji detrás del animal
mitológico shachihoko en el techo del castillo.
Dentro
del recinto también hay un gran número de atractivos tales como edificaciones
famosas y propiedades culturales. Se recomienda visitar el jardín japonés
Kōkoen, justo al oeste del castillo. También se puede admirar la fachada norte
del castillo desde el parque conmemorativo Shirotopia y la iluminación al
anochecer.
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