Se sabe que una pila botón de mercurio, como las que usamos en relojes
o audífonos, puede llegar a contaminar unos 6.000 mil litros de agua, la pila
alcalina unos 167.000 litros, la pila de zinc unos 12.000 litros y la de carbón
hasta 3.000 litros.
El uso de pilas en nuestro día a día es algo
realmente común. Las usamos en numerosos aparatos, pero ¿Qué hacer cuando su
vida útil se acaba? ¿Te has parado a pensar alguna vez cuánto contamina una
pila? ¡Demasiado! Las pilas son una fuente de energía
muy habitual, pero también de contaminación, ya que estos pequeños productos pueden llegar a ser realmente perjudiciales si
no son reciclados como corresponde, y son demasiadas las ocasiones que terminan en la basura
orgánica.
LOS EFECTOS CONTAMINANTES DE LAS PILAS
La Fundación Ecolec apunta que, para imaginar la
magnitud de la contaminación de estas pilas, basta con saber que son las
causantes del 93% del mercurio en la basura doméstica, así como del 47% del
zinc, del 48% del cadmio y del 22% del níquel.
Acumuladas
en los vertederos, con el paso del tiempo, las pilas
pierden su carcasa protectora y se vierten los metales y componentes que
contienen y acaban contaminando las aguas subterráneas del suelo y, con ello, se introducen en la cadena alimentaria natural de las
que se nutre el ser humano. Se estima que una pila botón de mercurio, como las
que usamos en relojes o audífonos, puede llegar a contaminar unos 6.000 mil
litros de agua, la pila alcalina unos 167.000 litros, la pila de zinc unos
12.000 litros y la de carbón hasta 3.000 litros.
Este
proceso de contaminación puede ser largo y llegar hasta los 500 años. Sin
embargo, la lluvia, el calor y la acidez
del suelo tienden a acelerar el proceso de descomposición de la pila, lo cual tiene efectos fatales en el medio ambiente y en el suelo.
Así, una vez que se degrada la pila en el suelo, ésta comienza a liberar
elementos altamente contaminantes como el mercurio, el litio, el plomo o el
cadmio. Estos elementos, al ponerse en contacto con la tierra o con el agua,
comienzan un proceso de degradación muy nocivo para el planeta.
Las pilas tienen un efecto perjudicial
para la vida, ya que estos metales acaban entrando en la cadena alimenticia
La
web Ecología Verde añade que, además, las
pilas no pueden ser incineradas, ya que se convierten en mucho más tóxicas, pues el cadmio y el mercurio, entre otros metales, al entrar en
combustión, se transforman en grandes generados de gases de efecto invernadero.
Asimismo,
apunta que las pilas tienen un efecto perjudicial para la vida, ya que estos metales acaban
entrando en la cadena alimenticia, ya que se ven contaminados los
cuerpos de agua y el suelo por lo que
todos
aquellos alimentos que crecen en cultivos pueden verse contaminados, teniendo
posteriormente consecuencias en la salud, al afectar a los pulmones, los
riñones, pudiendo provocar la pérdida de visión y sordera. Además, los
metales pueden acumularse en la placenta de las embarazadas teniendo efectos
dañinos en el cerebro de los neonatos.
CÓMO RECICLAR LAS PILAS Y QUÉ SE HACE CON ELLAS
Como se ha
señalado anteriormente, una vez que ha finalizado la vida útil de una pila,
ésta no puede desecharse en la basura domiciliaria, sino que se
tendrá que depositar en un contenedor específico para pilas o llevarla a un
punto limpio. Posteriormente, serán gestionadas
según su tipología y recicladas. Los puntos limpios pueden encontrarse tanto en
pueblos como ciudades y los contenedores específicos son muy comunes en algunos
negocios como farmacias, supermercados, etcétera.
Para
evitar la contaminación, una vez que éstas llegan a la planta de reciclaje,
existen diferentes procesos para realizarlo, pero en general todos se basan en
la separación de los metales y del resto de materiales que las componen. De
esta forma, se acaba obteniendo metales puros que podrán ser utilizados
para la fabricación de otra pilas.
Por ejemplo, en el reciclaje de una
pila alcalina, que es una de las más usadas, se separan: la etiqueta protectora
y tubo de acero, que se recicla como chatarra de acero para obtener nuevo
acero; el zinc y el dióxido de manganeso, que se reciclan conjuntamente para obtener
nueva materia prima para la industria metalúrgica, y la pieza de cierre y
colecto, que se recicla como chatarra de acero para obtener nuevo acero.
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