Parece algo insignificante. Da la sensación de que,
más allá de no permitir que se derrame el líquido, el corcho no tiene ninguna
otra función.
Según el somelier
Diego di Giacomo, se cree que el monje francés descubridor del champagne,
llamado Dom Pérignon, fue quién utilizó por primera vez (cerca del año 1670) el
corcho como tapón, luego de experimentar con diferentes materiales que fuesen
capaces de contener la gran presión que se creaba dentro en sus botellas. Hasta
ese momento, se usaban tacos de madera envueltos en fibra o lacres para tapar
las botellas, los cuales distaban mucho de ser efectivos.
¿De dónde proviene el corcho?
El corcho proviene de la
corteza del alcornoque, que es un árbol muy longevo y de madera durísima. Los
principales productores del mundo son Portugal y España, seguidos por
Marruecos, Argelia, Italia, Francia y Túnez. La extracción del corcho se
realiza en el árbol cada 9 años aproximadamente, haciéndose la primera
alrededor de sus 30 años de vida, la cual siempre se desecha por no poseer aún
las cualidades requeridas.
El corcho tiene muchos otros
usos, también, incluidos los componentes de los carenados y escudos térmicos de
las naves espaciales. Sin embargo, en última instancia, la fascinación está en
su producción, lo que deja a tantos árboles despojados y desnudos a la
intemperie y que da a los paisajes de estas partes de España y Portugal una
apariencia única.
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