El uso
inapropiado de antibióticos está acelerando la resistencia antimicrobiana, una
amenaza que afecta tanto a humanos como a animales. En el sector agropecuario,
el impacto podría comprometer la inocuidad de los alimentos y la sostenibilidad
productiva.
La resistencia a los
antimicrobianos (RAM) se ha convertido en una de las principales preocupaciones
sanitarias a nivel global. Aunque su avance no es notorio a simple vista su impacto
podría modificar drásticamente la forma en que se enfrentan las enfermedades,
tanto en personas como en animales. Así lo sostuvo el médico veterinario
especializado en la temática, Joaquín Basombrío, en un reciente análisis
técnico publicado por una firma de sanidad animal.
El fenómeno se ha visto potenciado
por el uso excesivo o inadecuado de antibióticos en distintos entornos. Este comportamiento acelera la aparición de
microorganismos resistentes y reduce la eficacia de medicamentos que hoy se
consideran esenciales para el tratamiento de enfermedades comunes.
En lo que respecta al sector
productivo, según Basombrío: "el uso prolongado o preventivo de antibióticos en los rodeos
genera bacterias más resistentes, que pueden transmitirse a los alimentos y al
entorno. Esto no solo pone en riesgo la inocuidad alimentaria, sino también la
sostenibilidad de los sistemas agropecuarios".
La regulación en Argentina
Mediante la Ley 27.680 se declaró de interés público nacional la
prevención y el control de la resistencia a los antimicrobianos, y en 2023 fue
reglamentada con el Decreto 386/2023. Además, la Resolución 2291/2023 del
Ministerio de Salud aprobó las líneas estratégicas del Plan Nacional de Acción
2022-2025 para la prevención y control de la RAM. Este marco legal
establece la articulación entre autoridades de salud, sanidad animal,
agricultura y ambiente.
En cuanto a vigilancia, el último informe del Servicio
Antimicrobianos del INEI - ANLIS "Dr. C. G. Malbrán", que coordina la
Red WHONET-Argentina, evidencia que el país está fortaleciendo su sistema de
monitoreo de resistencia antimicrobiana. Sin embargo, la mayoría de los
datos se concentran en aislamiento humanos clínicos, y la cobertura en
producción animal aún debe ampliarse.
Por este motivo, las estrategias de prevención cobran un rol
central. Basombrío enfatiza que la mejor herramienta no es curar, sino
evitar que la enfermedad aparezca. En esa línea, señala la importancia
de fortalecer los diagnósticos tempranos, implementar planes sanitarios
integrales, llevar registros de uso y capacitar a quienes intervienen en la
producción.
En cuanto al sector privado, aunque no es el protagonista
principal de la regulación, tiene un papel complementario clave. Las
empresas dedicadas a la sanidad animal pueden aportar innovación, capacitación
y nuevas herramientas que permitan reducir la dependencia de tratamientos
antibióticos y mejorar la gestión sanitaria.
Los expertos concluyen que la resistencia antimicrobiana
sólo puede abordarse mediante un esfuerzo conjunto entre ciencia, producción y
políticas públicas. El desafío exige compromiso y coordinación para cuidar
no solo la salud animal significa sino la salud de todos.

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