sábado, 15 de febrero de 2014

Recordamos a Juan Facundo Quiroga, que se ganó el apodo de Tigre de los Llanos. Fue asesinado el 16 de febrero de 1835. Como todos los grades lideres fue amado y odiado.

El Tigre de los Llanos nació en La Rioja en 1788 y murió en la Barranca Yaco el 16 de febrero de 1835. Militar y político argentino. Reveló desde niño una audacia y temeridad notables. En 1806 sus padres lo enviaron a Chile con un cargamento de granos y el joven Facundo se jugó el producto de la venta y lo perdió. Trabajó como peón en una estancia en Plumerillo y los acontecimientos de Mayo de 1810 lo sorprendieron en Buenos Aires.
 
Allí fue enrolado en el regimiento de Arribeños. Tenía condiciones para el mando pero no para someterse a la rígida disciplina militar, por lo que desertó. Hacia 1816-1818 se desempeñó como capitán de milicias adiestrando reclutas, capturando desertores, organizando milicianos para los ejércitos de la patria y participando en algunas acciones contra los españoles.
 
Juan Facundo Quiroga, que se ganó el apodo de Tigre de los Llanos, volvió a mostrar su audacia deponiendo al gobernador Francisco Ortiz de Ocampo, a quien reemplazó por Nicolás Dávila; pero cuando, en 1823, éste se negó a renunciar según lo dispuesto por la Sala de Representantes, Quiroga se adueñó del mando. Aun cuando permaneció en el cargo sólo dos meses, a partir de entonces dominó la escena política de su provincia e incluso de las aledañas.
 
Ordenó no enviar tropas a la guerra con Brasil y desconoció leyes dictadas por el gobierno de Buenos Aires. Derrotó a Lamadrid en dos ocasiones: primero en Tala (1826) y más tarde en Rincón (1827). El general unitario Paz lo venció en Oncativo, pero, auxiliado por Rosas, rearmó su ejército y terminó por imponerse en el norte y en la región andina. Se alejó de la política y residió en Buenos Aires desde 1833 hasta finales del año siguiente, cuando aceptó mediar en un conflicto entre las provincias de Tucumán y Salta.
En 1835, al enterarse de la muerte del gobernador tucumano Latorre, inició un viaje sin retorno: al pasar por Barranca Yaco, Córdoba, fue muerto por una partida encabezada por Santos Pérez. La imagen que Sarmiento transmitió lo caracteriza como la estampa de la barbarie en oposición a la civilización. No obstante, suele olvidarse que el Tigre de los Llanos fue uno de los pocos que acudieron a despedir a Rivadavia cuando éste marchó al exilio, además de ofrecerle dinero y sus servicios. En algunas ocasiones Quiroga se lamentó de sus errores y de haber desconocido la Constitución de 1826 por sugerencias interesadas de Buenos Aires.

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