viernes, 14 de marzo de 2014

Los que pensaron que el Papa Francisco seria una marioneta, están disgustados y muestran su verdad. ¡La codicia se agazapa! La humildad y la alegría son camino.


Francisco cumple su primer año en el papado. Un periodo un poco convulso en el que ha tenido que afrontar graves problemas dentro de la Iglesia como la corrupción o las luchas internas. Sin embargo, en general el nuevo pontífice ha cumplido con nota. Su sencillez, naturalidad y carisma han provocado que millones de católicos y no católicos de todo el mundo vuelvan de nuevo su vista hacia el Vaticano con simpatía.
 
No cabe duda que los comentarios del Santo Padre sobre el papel de las mujeres, el matrimonio homosexual o el uso de los anticonceptivos han supuesto un soplo de aire modernizador en una institución que muchas veces ha sido muy por detrás de la sociedad, reacia a unas reformas necesarias que la gente reclamaba.


Los sectores más conservadores de la institución observan con recelo cada palabra del pontífice y se muestran preocupados por la deriva que está tomando. Acostumbrados a papas prudentes y predecibles, Francisco es un verso suelto, capaz de salirse del guión siempre que lo estime necesario.


“Parece que tiene un buen corazón y algunos buenos instintos católicos, pero teológicamente es como un choque de trenes, remarcablemente descuidado. Aunque esto pueda sorprender a algunos lectores, debo decir que yo nunca permitiría que el papa Francisco le enseñase religión a mis hijos”, escribió John Vennari, editor del ‘Catholic Family News’, poniendo voz a miles de católicos en el mundo que piensan de la misma manera.


Pero no es el único. Thomas Groome, profesor de teología de la universidad de Boston, hablaba en un artículo de la NBC sobre las personas a las que no les gusta Francisco y se preguntaba si sus críticos serían capaces de apoyar el nuevo enfoque del papa y seguir manteniendo la fe.


Lo curioso del caso es que en el sector totalmente contrario, esto es la izquierda progresista, el Santo Padre tampoco ha calado especialmente bien en este año. Creen que es exactamente igual que sus predecesores, simplemente que sabe venderse mejor que ellos, pero que no ha enfrentado de verdad ninguno de los problemas acuciantes en la Iglesia católica. Al menos así lo aseguraba John Bloodworth, el popular autor británico del blog ‘Left Foot Forward’.
En un punto intermedio se sitúan los que creen que Francisco ha conseguido demasiado crédito para lo que ha hecho. Estiman que podía haber marcado una diferencia mucho mayor que la que ha logrado.


Una de las críticas más habituales a su gestión es la tibieza con la que ha tratado los casos de abusos sexuales a menores por parte de algunos eclesiásticos. El papa no solo no se ha reunido públicamente con las víctimas, sino que tampoco ha hecho una disculpa oficial como pontífice. Sistemáticamente ha evitado una situación que lo único que hace es hacerle perder credibilidad. Muchos de sus fieles le exigen una respuesta contundente a un hecho intolerable que nunca debe ser defendido.

Mientras tanto Francisco continúa con su popular papado. Protagonista de portadas, incluso 'Time' le nombró el hombre del año, sigue su trabajo en silencio, consciente de que los grandes cambios necesitan pasos muy pequeños hasta lograr el objetivo. Con una corriente social a favor, el reto del papa es conseguir aunar todas las voluntades en la consecución de sus planes, algo casi imposible, pero no para  Francisco.

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