SER o NO SER
ENVIDIOSO: La envidia es un sentimiento (o pasión si es muy intensa) de
carácter displacentero que surge al considerar lo que se posee o ha conseguido
otra persona. Etimológicamente procede de invidere, que significa «ver con
malos ojos». El envidioso «mira con malos ojos» las cualidades, éxitos o
posesiones de los demás; que constituyen para él una fuente de sentimientos
displacenteros y de profunda insatisfacción.
La soberbia y
el egoísmo son dos rasgos de personalidad vinculados íntimamente con la
envidia. Por la soberbia una persona no está dispuesta a aceptar que otros, a
los que considera iguales o inferiores, sean más valorados por los demás,
posean más cosas o tengan más éxito en el campo profesional o social.
Hay veces que
decimos sentir envidia de alguien porque admiramos sus cualidades o lo bien que
sabe hacer las cosas. Nos gustaría ser en esto como él. No se trata de envidia,
sino de un deseo de superación que se concreta en una persona.
La envidia, uno
de los 7 pecados capitales, afecta tanto al envidioso como a quien están
dirigidas las injurias, el envidioso se angustia por su incapacidad de no poder
obtener lo que el otro, y el otro puede ser victima al crearse un entorno
negativo en la familia, trabajo o vida social general por los continuos embates
del envidioso.
Consejo
final: Se debe superar la envidia y
sustituirla por sentimientos positivos,
la envidia es muy fácil de descubrirla, se nota en los ojos, el envidiar
solamente dañará a nosotros mismos, romperá vínculos,
cerrará las puertas y nos distanciará de las personas que amamos.
El siguiente poema da un claro ejemplo de cómo obra en nosotros
la envidia:
El Envidioso
De
colores estoy tinto
me
broto por todos lados,
disculpen
los que puedan
de
envidia estoy contagiado.
Los
ojos se me saltan
la frente se me arruga,
se
me traspiran las manos
y
el hígado se me estruja.
Si
otro lo hace me molesta
y
yo lo hago también,
quien
me ofrece almíbar
para
endulzar esta hiel.
Si
mi amigo lo invento
yo
también lo inventare,
es
humana la envidia
yo
sin control, exagere.
Hay
envidia soportable
que
te obliga a comprender,
la
mía es envidia ciega
que
me hace retorcer.
Pienso
y repienso
y
no se como se le ocurrió,
es
una poesía genial
seguro
que la robo.
Me
desespero por curarme
ya
no se ni lo que soy,
me
parezco a una cebra
de
envidioso que estoy.
Disimulo
como puedo
¡pronto
necesito curación!
el
psicólogo me dijo
que
tengo una maldición.
El
envidioso les cuento
de
envidioso que soy,
si
otro cuenta, yo no cuento
de
envidioso que estoy.
Poeta y escritor de Merlo,
Buenos Aires.
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