En ciencia no sabe cómo influirá
a lo largo del tiempo un descubrimiento aparentemente sencillo. Lo que un día
parecía una simple curiosidad puede terminar convirtiéndose en el objeto
central de toda una rama científica con aplicaciones que eran absolutamente
impensables en aquel momento.
En los años
’80 un grupo de investigadores encontró un determinado tipo de algas
unicelulares con unas proteínas llamadas “opsinas” que reaccionaban con la luz.
Aquello tampoco es que fuese un descubrimiento para ganar un Premio Nobel,
simplemente habían encontrado unas proteínas fotorreceptoras en unas algas que
actuaban como interruptor, encendiéndose o apagándose cuando recibían luz azul.
Aquel
sencillo hallazgo, que poco o nada tenía que ver con el cerebro humano, ha
desencadenado toda una materia en la neurociencia a la que se denomina: Optogenética. La
palabra puede parecer complicada pero su significado es bastante simple y trata
de controlar la función de las
células utilizando luz. Con el paso del tiempo los neurocientíficos
han aprendido a utilizar esas opsinas, insertándolas en células nerviosas y
consiguiendo literalmente encender y apagar determinados tipos de neuronas
mediante luz.
En abril de 2013, un
equipo de científicos de la
Universidad de California publicó en la Revista Nature una
fascinante investigación en la que habían sido capaces de inhibir zonas del
cerebro involucradas en el comportamiento compulsivo generado por la droga. Era
un avance revolucionario que esta semana misma se ha vuelto a reproducir ya que
otro grupo de neurocientíficos ha logrado cambiar el comportamiento de ratones,
suprimiendo recuerdos y modificando así su querencia hacia una sustancia tan
adictiva como la cocaína.
En esta
ocasión, investigadores de las Universidades de Oxford y Boston han publicado
en Nature Neuroscience
los resultados de su último trabajo en el que han conseguido borrar recuerdos
asociados a la cocaína en ratones de laboratorio.
El
experimento consistió en lo siguiente: Prepararon dos entornos diferentes, uno
asociado a la cocaína y otro con una simple solución salina, y entrenaron a los
ratones para preferir el entorno de cocaína. Los mamíferos desarrollan rápido
asociaciones positivas al entorno con la droga, sin embargo, utilizando
técnicas de optogenética (normalmente se utilizan cables de fibra óptica) los
neurocientíficos “apagaron” determinadas neuronas de su hipocampo y los ratones
perdieron su preferencia por el entorno asociado a la cocaína.
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