SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



lunes, 29 de febrero de 2016

Los CIENTÍFICOS encienden una luz de esperanza para los ADICTOS del mundo.

En ciencia no sabe cómo influirá a lo largo del tiempo un descubrimiento aparentemente sencillo. Lo que un día parecía una simple curiosidad puede terminar convirtiéndose en el objeto central de toda una rama científica con aplicaciones que eran absolutamente impensables en aquel momento.

En los años ’80 un grupo de investigadores encontró un determinado tipo de algas unicelulares con unas proteínas llamadas “opsinas” que reaccionaban con la luz. Aquello tampoco es que fuese un descubrimiento para ganar un Premio Nobel, simplemente habían encontrado unas proteínas fotorreceptoras en unas algas que actuaban como interruptor, encendiéndose o apagándose cuando recibían luz azul.
Aquel sencillo hallazgo, que poco o nada tenía que ver con el cerebro humano, ha desencadenado toda una materia en la neurociencia a la que se denomina: Optogenética. La palabra puede parecer complicada pero su significado es bastante simple y trata de controlar la función de las células utilizando luz. Con el paso del tiempo los neurocientíficos han aprendido a utilizar esas opsinas, insertándolas en células nerviosas y consiguiendo literalmente encender y apagar determinados tipos de neuronas mediante luz.

En abril de 2013, un equipo de científicos de la Universidad de California publicó en la Revista Nature una fascinante investigación en la que habían sido capaces de inhibir zonas del cerebro involucradas en el comportamiento compulsivo generado por la droga. Era un avance revolucionario que esta semana misma se ha vuelto a reproducir ya que otro grupo de neurocientíficos ha logrado cambiar el comportamiento de ratones, suprimiendo recuerdos y modificando así su querencia hacia una sustancia tan adictiva como la cocaína.
En esta ocasión, investigadores de las Universidades de Oxford y Boston han publicado en Nature Neuroscience los resultados de su último trabajo en el que han conseguido borrar recuerdos asociados a la cocaína en ratones de laboratorio.


El experimento consistió en lo siguiente: Prepararon dos entornos diferentes, uno asociado a la cocaína y otro con una simple solución salina, y entrenaron a los ratones para preferir el entorno de cocaína. Los mamíferos desarrollan rápido asociaciones positivas al entorno con la droga, sin embargo, utilizando técnicas de optogenética (normalmente se utilizan cables de fibra óptica) los neurocientíficos “apagaron” determinadas neuronas de su hipocampo y los ratones perdieron su preferencia por el entorno asociado a la cocaína.

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