Una foto
es todo lo que ha hecho falta para convertir a un psicópata en un icono de
rebeldía juvenil y hasta de lucha por, no se rían, la libertad.
DIARIO
del CHE GUEVARA: Acabé el problema dándole en la sien derecha un tiro de
pistola [calibre] 32, con orificio de salida en el temporal derecho. Boqueó un
rato y quedó muerto. Al proceder a requisarle las pertenencias no podía sacarle
el reloj amarrado con una cadena al cinturón, entonces él me dijo con una voz
sin temblar muy lejos del miedo: ‘Arráncala, chico, total…’. Eso hice y sus
pertenencias pasaron a mi poder.
DIARIO del CHE GUEVARA: Los negros,
esos magníficos ejemplares de la raza africana que han mantenido su pureza
racial gracias al poco apego que le tienen al baño, han visto
invadidos sus reales por un nuevo ejemplar de esclavo: el portugués. El
desprecio y la pobreza los une en la lucha cotidiana, pero el diferente modo de
encarar la vida los separa completamente; el negro indolente y soñador, se
gasta sus pesitos en cualquier frivolidad o en 'pegar unos palos'
(emborracharse), el europeo tiene una tradición de trabajo y de ahorro que lo
persigue hasta este rincón de América y lo impulsa a progresar, aún
independientemente de sus propias aspiraciones individuales.
DIARIO
del CHE GUEVARA: Acabé el problema dándole en la sien derecha un tiro de
pistola [calibre] 32, con orificio de salida en el temporal derecho. Boqueó un
rato y quedó muerto. Al proceder a requisarle las pertenencias no podía sacarle
el reloj amarrado con una cadena al cinturón, entonces él me dijo con una voz
sin temblar muy lejos del miedo: ‘Arráncala, chico, total…’. Eso hice y sus
pertenencias pasaron a mi poder.
Los hagiógrafos se empeñarán en argumentar que oye,
que aquello fue una necesidad militar. Pero refiriéndose a ese primer
asesinato, el Che le escribió a su padre en una carta: "Tengo que
confesarte, papá, que en ese momento descubrí que realmente me gusta
matar." Muy adecuado para un ídolo de camisetas.
Cuando algunos celebramos los cincuenta años de la
muerte de un psicópata que usaba la ideología para encauzar lo mucho que le
gustaba matar (sus palabras, no las mías), partidos con representación parlamentaria
en España aún se atreven a celebrar su figura.
¿Pero quién fue realmente el Che? ¿Un
icono de rebeldía o un psicópata? Parece razonable pensar
que la mejor manera de responder a esta pregunta es leer atentamente lo que el
comunista argentino dijo y escribió y luego sacar conclusiones. Podemos
empezar, por ejemplo, con su diario de viaje, ese que quedaría tan romántica
como falsamente retratado en la hagiográfica película Diarios
de Motocicleta, incluía pasajes tan racistas como el siguiente, que
por alguna extraña razón no entraron en el metraje.
Su racismo y el de otros revolucionarios castristas
quedó reflejado en la continua discriminación que han sufrido los negros bajo
el régimen comunista cubano. Y no sólo. También organizó la construcción del
campo de trabajos forzados de Guanahacabibes, destinado originalmente a
homosexuales y cuyo lema, inspirado en el de Auschwitz, rezaba "El
trabajo los hará hombres", tal y como se relata en el
documental Conducta impropia.
En una comparecencia por el canal 6 de la TV en febrero de
1959, el Che declaraba que "en La Cabaña todos los fusilamientos se hacen por órdenes expresas
mías". Fueron varios centenares de fusilamientos en
juicios sumarios que se llevaron a cabo, por supuesto, sin garantía de ningún
tipo para los condenados, lo que los convierte en asesinatos puros y duros. En
aquellos días le dijo a José Pardo Llada, que lo consigno en su libro
libro Fidel y el Che, que "para enviar hombres al
pelotón de fusilamiento, la prueba judicial es innecesaria. Estos
procedimientos son un detalle burgués arcaico. ¡Esta es una revolución! Y un
revolucionario debe convertirse en una fría máquina de matar motivado por odio puro".
"Hay
que acabar con todos los periódicos, pues no se puede hacer una revolución con
libertad de Prensa. Los periódicos son instrumentos de la oligarquía".
En uno de los párrafos de la carta de julio de 1959
a su madre escribió: "Soy el mismo solitario que era, buscando mi camino
sin ayuda personal, pero tengo el sentido del deber histórico. No tengo casa,
ni mujer, ni hijos, ni padres, ni hermanos, mis
amigos son mis amigos mientras piensen políticamente como yo".
Dijo el 26 de junio
1961 dijo: "Los trabajadores cubanos tienen que irse acostumbrando a vivir
en un régimen de colectivismo y de ninguna manera pueden ir a la huelga".
En la edición del 21 de diciembre de 1962 de Time
recogió las declaraciones a Sam Russell, del periódico socialista
londinense Daily Worker, en las que lamenta no haber tenido
la oportunidad de desatar una guerra nuclear:
Si los cohetes hubiesen permanecido, los hubiésemos
utilizado contra el mismo corazón de los Estados Unidos incluyendo a Nueva
York. Nunca debemos establecer la coexistencia pacífica. En esta lucha a muerte
entre dos sistemas tenemos que ganar la victoria final. Debemos andar el
sendero de la liberación incluso si cuesta millones de víctimas atómicas.
El 11 de diciembre de 1964,
durante su segunda intervención en la Asamblea General de las Naciones Unidas
dijo: "Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que
la hemos expresado siempre ante el mundo: Fusilamientos, sí, hemos
fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario.
Nuestra lucha es una lucha a muerte".
El odio como factor de lucha, el odio intransigente
al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y
lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría
máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un
pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal.
Hay que
reconocerle al Che que al menos fue sincero: siempre reconoció que la
instauración del comunismo implicaba necesariamente violencia, aunque muchos
hoy día lo sigan negando, pese a las evidencias históricas. En el primer
aniversario de su muerte, la revista Verde Olivo que había ayudado a crear
publicó estas edificantes palabras:
El camino pacífico está eliminado y la violencia es
inevitable. Para lograr regímenes socialistas habrán de correr ríos de sangre y
debe continuarse la ruta de la liberación, aunque sea a costa de millones de
victimas atómicas.
Este personaje es el que ha
idealizado la izquierda durante las últimas décadas porque salía lindo en una
foto. El que sigue poblando las camisetas de medio mundo. Al que Izquierda
Unida sigue rindiendo homenaje una y otra vez.