EL SABER NOS HARA
LIBRES: Para reinar hay que dividir, y bien lo saben las clases dominantes, que
hábilmente configuran dispositivos de odio y discriminación en la sociedad para
separar a los sectores medios de los populares. El resultado, un desclasamiento
que sólo puede ser funcional al establishment.
El antipopulismo es un sentimiento. De odio. Una compleja configuración de sensibilidades. ¿Qué es el odio? La definición básica es la aversión hacia una persona o un grupo “cuyo mal se desea”. Es decir, el deseo de un mal. Aquello que se canta todos los domingos en la cancha, que se mueran todos los otros. El odio sólo existe porque hay una alteridad. Frente a la cual se siente rechazo, al punto de que se puede desear su desaparición o su exterminio.
Así funcionan las relaciones entre géneros en la
sociedad patriarcal, las relaciones entre clases en el capitalismo, las
relaciones racializadas. Por otra parte, el odio también es el resultado de una
estrategia de ajedrez, un cálculo frío para domesticar las percepciones, las
significaciones y los cuerpos. Esa fábrica de alteridades incluye tanto a
grupos históricamente discrimina- dos como a nuevas formas de jerarquización.
En el mundo actual, en el apogeo de la segregación, tanto los subalternos de
larga data como las nuevas oleadas de excluidos son objeto de los discursos del
odio.
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