SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



viernes, 9 de octubre de 2020

ODIO al PRÓJIMO en ARGENTINA: Un antiguo lema es utilizado, “Para reinar hay que dividir”

 

EL SABER NOS HARA LIBRES: Para reinar hay que dividir, y bien lo saben las clases dominantes, que hábilmente configuran dispositivos de odio y discriminación en la sociedad para separar a los sectores medios de los populares. El resultado, un desclasamiento que sólo puede ser funcional al establishment.



El antipopulismo es un sentimiento. De odio. Una compleja configuración de sensibilidades. ¿Qué es el odio? La definición básica es la aversión hacia una persona o un grupo “cuyo mal se desea”. Es decir, el deseo de un mal. Aquello que se canta todos los domingos en la cancha, que se mueran todos los otros. El odio sólo existe porque hay una alteridad. Frente a la cual se siente rechazo, al punto de que se puede desear su desaparición o su exterminio. 


Aquí necesitamos detenernos un momento. Si no puede haber odio, si no existen “los otros”, es decir figuras, personas o grupos que son imaginados como diferentes, llegamos a una conclusión relevante. La maquinaria de odio requiere la fábrica de otredades. Por supuesto, hay múltiples gradaciones que van desde la ignorancia, pasando por la antipatía y el desprecio, hasta un claro proceso de violencia simbólica o física que se despliega en toda su intensidad. Por una parte, el odio es visceral, espontáneo. Puede surgir como una reacción de animosidad por múltiples razones, entre las que se encuentra la percepción de una reducción de la desigualdad. Porque cuando una desigualdad que era crucial para definir la propia identidad se difumina, la propia identidad puede verse amenazada. 

Así funcionan las relaciones entre géneros en la sociedad patriarcal, las relaciones entre clases en el capitalismo, las relaciones racializadas. Por otra parte, el odio también es el resultado de una estrategia de ajedrez, un cálculo frío para domesticar las percepciones, las significaciones y los cuerpos. Esa fábrica de alteridades incluye tanto a grupos históricamente discrimina- dos como a nuevas formas de jerarquización. En el mundo actual, en el apogeo de la segregación, tanto los subalternos de larga data como las nuevas oleadas de excluidos son objeto de los discursos del odio.

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