Investigadores
de la Universidad de Tufts han manipulado genéticamente células bovinas para
producir carne de vacuno cultivada en laboratorio que contiene betacaroteno, un
nutriente vegetal que se convierte en vitamina A en el cuerpo humano.
Los investigadores sugieren que las en el carnes cultivadas
en el laboratorio futuro podrían ser objeto de ingeniería nutricional para
transmitir un amplio surtido de beneficios para la salud.
Decenas de millones de personas en todo
el mundo sufren de deficiencia de vitamina A. La deficiencia nutricional es un
problema particular en los niños, con hasta medio millón de personas que
pierden la vista cada año debido a esta deficiencia.
En la década de 1990, científicos
especializados en alimentos modificaron genéticamente una cepa de arroz
añadiendo varios genes de betacaroteno. El arroz se denominó “arroz dorado”, y
en los últimos dos decenios se convirtió en un punto de debate sobre la
seguridad de los alimentos modificados genéticamente.
Hasta la fecha, sólo unos pocos países
de todo el mundo han aprobado el arroz dorado para el consumo público, pero los
científicos siguieron experimentando con formas de manipular genéticamente las
frutas y verduras para amplificar su contenido nutricional. Recientemente hemos
visto investigaciones preliminares sobre las “papas doradas” y los “plátanos
dorados”.
Investigadores
de Tufts se propusieron investigar si la carne cultivada en laboratorio podría
ser mejorada nutricionalmente de la misma manera que el arroz dorado.
Los científicos pueden estar muy cerca
de conseguir que la carne cultivada en laboratorio llegue a las estanterías de
los supermercados, sin embargo, la mayor parte de la atención de la
investigación en este campo se ha centrado en la ampliación de la producción y
en encontrar formas de replicar productos comunes como los filetes de carne de
vacuno y el pollo frito.
La
nueva investigación es simplemente una prueba de diseño, que demuestra cómo
este tipo de ingeniería nutricional puede ser efectivamente usada en la carne
cultivada en el laboratorio.
El estudio señala que hay una enorme
cantidad de aplicaciones potenciales para este tipo de aditivos en la carne
cultivada en laboratorio. No sólo son posibles las adiciones nutricionales,
sino que hipotéticamente se podrían producir alimentos terapéuticos con carne
cultivada en el laboratorio, con medicamentos o compuestos que puedan mejorar
la absorción de los medicamentos.
Los investigadores afirman que aún queda
mucho trabajo por hacer antes de que el público en general acepte ampliamente
este tipo de productos cárnicos cultivados.
Además de la aceptación pública y los
obstáculos reglamentarios, producir este tipo de carne en cantidades asequibles
sigue siendo un desafío, pero creen que la carne cultivada en laboratorio con
beneficios nutricionales puede ser una forma eficaz de convencer a los
consumidores de que paguen un poco más por el producto, al menos al principio.
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