martes, 14 de septiembre de 2021

LOS PORQUE: ¿Por qué una persona vive en promedio 90 años y una tortuga 200?

 

Desvelan por qué ciertas especies viven muchos más años que otras. Su longevidad depende de la velocidad a la que se acortan sus telómeros, las estructuras que protegen los cromosomas. Dime a qué velocidad se acortan tus telómeros -los extremos de los cromosomas- y te diré cuánto vas a vivir. Un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) liderado por María Blasco aporta esta semana un nuevo avance para comprender el todavía misterioso proceso de envejecimiento.

 


¿Por qué algunas especies de mariposa, por ejemplo, mueren a los pocos días de nacer mientras que los humanos solemos vivir alrededor de 80 años, un elefante unos 60 y una tortuga 200?

«Hemos encontrado un patrón universal que explica la duración de la vida de las especies», asegura María Blasco, jefa del Grupo de Telómeros y Telomerasa del CNIO y directora de este nuevo trabajo, publicado este lunes en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).



El estudio ha comparado los procesos de envejecimiento de las personas con los de otras ocho especies animales que tienen esperanzas de vida muy diversas: el elefante de Sumatra, el ratón, la cabra, el delfín mular, el reno, el buitre leonado, el flamenco rojo y la gaviota de Audouin.

Según detalla este equipo, la longevidad de un ser vivo está determinada por sus telómeros, es decir, las estructuras que protegen los cromosomas, que son a su vez los que contienen la información genética en el interior de una célula.

La longitud de los telómeros va variando a medida que envejece un organismo y ya se sabía, en parte gracias a las investigaciones realizadas en el CNIO, que ellos son una de las explicaciones al envejecimiento de los organismos. Cada vez que las células se multiplican para reparar daños, sus telómeros se hacen un poco más cortos. Si en el transcurso de la vida se acortan demasiado y no se pueden regenerar, la célula deja de funcionar normalmente.

Pero la curiosidad de Blasco no se limita al reino animal, pues la flora también conserva las claves del envejecimiento: «Se podrían analizar también especies muy longevas como las secuoyas», adelanta. «Nos encantaría colaborar con científicos que estudien ecosistemas y poder ver el efecto del cambio climático en las distintas especies y cómo el estrés puede afectarlas, al igual que en los seres humanos acorta los telómeros», propone.

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