Desvelan por qué ciertas especies viven muchos más años que
otras. Su longevidad depende de la velocidad a la que se acortan sus telómeros,
las estructuras que protegen los cromosomas. Dime a qué velocidad se acortan
tus telómeros -los extremos de los cromosomas- y te diré cuánto vas a vivir. Un
equipo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) liderado por María Blasco aporta esta semana un nuevo
avance para comprender el todavía misterioso proceso de envejecimiento.
¿Por qué algunas especies de mariposa, por ejemplo, mueren a
los pocos días de nacer mientras que los humanos solemos vivir alrededor de 80
años, un elefante unos 60 y una tortuga 200?
«Hemos encontrado un patrón universal que explica la
duración de la vida de las especies», asegura María Blasco,
jefa del Grupo de Telómeros y Telomerasa del CNIO y directora de este nuevo
trabajo, publicado este lunes en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
El estudio ha comparado
los procesos de envejecimiento de las personas con los de otras ocho especies
animales que tienen esperanzas de vida muy diversas: el
elefante de Sumatra, el ratón, la cabra, el delfín mular, el reno, el buitre
leonado, el flamenco rojo y la gaviota de Audouin.
Según detalla este equipo,
la longevidad de un ser vivo está determinada por sus telómeros, es decir, las
estructuras que protegen los cromosomas, que son a su vez los que contienen la
información genética en el interior de una célula.
La longitud de los
telómeros va variando a medida que envejece un organismo y ya se sabía, en
parte gracias a las investigaciones realizadas en el CNIO, que ellos son una de
las explicaciones al envejecimiento de los organismos. Cada vez que las células
se multiplican para reparar daños, sus telómeros se hacen un poco más cortos.
Si en el transcurso de la vida se acortan demasiado y no se pueden regenerar,
la célula deja de funcionar normalmente.
Pero la curiosidad de Blasco no se limita al reino animal,
pues la flora también conserva las claves del envejecimiento: «Se podrían
analizar también especies muy longevas como las secuoyas», adelanta. «Nos
encantaría colaborar con científicos que estudien ecosistemas y poder ver el
efecto del cambio climático en las distintas especies y cómo el estrés puede
afectarlas, al igual que en los seres humanos acorta los telómeros», propone.
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