sábado, 3 de junio de 2023

VISITEMOS EL HOTEL ESPACIAL: Pronto estará habilitado y costara unos 7 millones de dólares por día.

 

Aurora será construida con una campaña de financiación colectiva y muchos la ven como un lujoso descendiente de la austera Estación Espacial Internacional (EEI).

Habrá algunas similitudes entre ambas: los visitantes (cuatro invitados con dos empleados) descansarán en sacos de dormir pegados a la superestructura de la estación, la comida se liofilizará y todos los invitados deberán pasar por un examen de salud vigoroso previo al lanzamiento.



Además de contemplar las estrellas y volver a la Tierra, se espera que los visitantes de Aurora también contribuyan a experimentos en condiciones de escasa gravedad, como el cultivo de plantas, como lo hacen los científicos de la EEI.

Pero también habrá algunas diferencias: el agua se importará con cada ronda de invitados, en lugar de procesarse a partir de su propia orina.



Muchos en la comunidad científica lo ven como el próximo gran salto inevitable para la humanidad.

Pero esa nueva forma de viaje espacial civil está en su etapa embrionaria y los expertos son precavidos al hablar de Aurora.

"La estación Aurora es un bonito juguete. Pero habrá que ver si en realidad llega a implementarse", comenta Christian Laesser, del Centro de Investigación para el Turismo y el Transporte de la Universidad de St Gallen en Suiza.



Robert A. Goehlich, de la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle, considera que actualmente, el turismo espacial es un campo donde la realidad, los engaños y la ciencia ficción se confunden de tal manera que dificulta la distinción entre realidad y deseos.

Ambos coinciden en que el turismo espacial ya es una hecho; comenzó en 2001 cuando el estadounidense Dennis Tito le pagó a la Agencia Espacial Rusa U$20 millones por una visita de siete días a la EEI.

Los desafíos del turismo espacial:



Algunos países están sentando las bases para el futuro de la industria: 10 puertos espaciales comerciales ya toman forma en Estados Unidos.

Eric Stallmer, presidente de la Federación de Vuelos Espaciales Comerciales, señala que EE.UU. tiene incluso regulaciones al respecto, que abordan temas como responsabilidad, indemnización y riesgo.

Pero aunque Goehlich y Laesser no son detractores de la idea, ambos recomiendan ser cautelosos y ver si las empresas civiles de turismo espacial pueden cumplir con lo que anuncian.

Y es que uno de los temas aún por determinar son los estándares de seguridad e ingeniería para un vehículo espacial civil.

Bunger describe la Estación Aurora, con su novedosa tecnología, sistemas simplificados y área más pequeña (que ayudará a evitar más colisiones de micrometeoros), como más segura que la EEI, pero admite que nada será asegurada hasta el momento del despegue.

Esto último plantea otras preguntas: desde dónde se lanzará la Estación Aurora y los vuelos hacia ella o de dónde se rescatarán los huéspedes una vez que regresen a la superficie de la Tierra.

Además, hay que tener en cuenta que esta es una industria donde establecer fechas es una receta para la decepción.

Virgin Galactic, que tuvo su primer vuelo de prueba exitoso al espacio y regreso en diciembre,aún tiene nueve años de retraso en sus proyectos.

SpaceX y Blue Origin aún están probando sus vehículos, y XCOR Aerospace se declaró en bancarrota en 2017.

Existe otra posibilidad que vaya en contra del proyecto: que los candidatos de mayor edad en las distintas listas de espera puedan "envejecer" mientras aguardan o desarrollar condiciones de salud que los excluyan.

Y es que el módulo de Aurora ni siquiera está configurado y se piensa que empezará a ser construido a finales de este año.

 

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