Aurora
será construida con una campaña de financiación colectiva y muchos la ven como un lujoso descendiente de la austera Estación
Espacial Internacional (EEI).
Habrá algunas similitudes entre ambas: los visitantes (cuatro
invitados con dos empleados) descansarán en sacos de dormir pegados a la
superestructura de la estación, la comida se liofilizará y todos los invitados
deberán pasar por un examen de salud vigoroso previo al lanzamiento.
Además de contemplar las estrellas y volver a la Tierra, se
espera que los visitantes de Aurora también contribuyan a experimentos en
condiciones de escasa gravedad, como el cultivo de plantas, como lo hacen los
científicos de la EEI.
Pero también habrá algunas diferencias: el agua se importará con
cada ronda de invitados, en lugar de procesarse a
partir de su propia orina.
Muchos
en la comunidad científica lo ven como el próximo gran salto inevitable para la
humanidad.
Pero esa nueva forma de viaje espacial civil está en su etapa
embrionaria y los expertos son precavidos al hablar de Aurora.
"La estación Aurora es un bonito juguete. Pero habrá que ver si en realidad llega a implementarse",
comenta Christian Laesser, del Centro de Investigación para el Turismo y el
Transporte de la Universidad de St Gallen en Suiza.
Robert A. Goehlich, de la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle,
considera que actualmente, el turismo espacial es un campo donde la realidad,
los engaños y la ciencia ficción se confunden de tal manera que dificulta la
distinción entre realidad y deseos.
Ambos coinciden en que el turismo espacial ya es una hecho;
comenzó en 2001 cuando el estadounidense Dennis Tito le pagó a la Agencia
Espacial Rusa U$20 millones por
una visita de siete días a la EEI.
Los desafíos del turismo espacial:
Algunos países están sentando las bases para el futuro de la
industria: 10 puertos espaciales comerciales ya toman forma en Estados Unidos.
Eric Stallmer, presidente de la Federación
de Vuelos Espaciales Comerciales, señala que EE.UU. tiene
incluso regulaciones al respecto, que abordan temas como responsabilidad,
indemnización y riesgo.
Pero aunque Goehlich y Laesser no son detractores de la idea, ambos
recomiendan ser cautelosos y ver si las empresas civiles de turismo espacial
pueden cumplir con lo que anuncian.
Y es que uno de los temas aún por determinar son los estándares de seguridad e ingeniería para
un vehículo espacial civil.
Bunger
describe la Estación Aurora, con su novedosa tecnología, sistemas simplificados
y área más pequeña (que ayudará a evitar más colisiones de micrometeoros),
como más segura que la EEI, pero admite que nada será asegurada
hasta el momento del despegue.
Esto
último plantea otras preguntas: desde dónde se lanzará la Estación Aurora y los
vuelos hacia ella o de dónde se rescatarán los huéspedes una vez que regresen a
la superficie de la Tierra.
Además,
hay que tener en cuenta que esta es una industria donde establecer fechas es
una receta para la decepción.
Virgin
Galactic, que tuvo su primer vuelo de prueba exitoso al espacio y regreso en
diciembre,aún tiene nueve años de retraso en sus proyectos.
- Por qué es un hito el
vuelo tripulado al espacio de Virgin Galactic (y cuánto falta para que
podamos ir como turistas en la nave)
- Los secretos del club de
viajes de Nueva York que exploró los rincones más insospechados del mundo
SpaceX
y Blue Origin aún están probando sus vehículos, y XCOR Aerospace se declaró en
bancarrota en 2017.
Existe
otra posibilidad que vaya en contra del proyecto: que los candidatos de mayor
edad en las distintas listas de espera puedan
"envejecer" mientras aguardan o desarrollar condiciones de salud que
los excluyan.
Y
es que el módulo de Aurora ni siquiera está configurado y se piensa que
empezará a ser construido a finales de este año.
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