miércoles, 5 de julio de 2023

CURIOSIDADES COTIDIANAS: ¿Cuál es la mejor copa para beber vino?

 

En principio soy favorable a la corriente de los vinos minimalistas, sutiles, que evitan lo innecesario, que no se adornan ni maquillan en exceso. Vinos de estilo less is more, que encuentro exquisitos. Incluso me atraen los vinos imperfectos, con ciertas desviaciones, cuando son capaces de seguir expresando su origen. Sin embargo, en el momento en que una desviación como el gusto a ratón entra en juego y es más perceptible que los aromas propios de uva o de la crianza, entonces mi paladar ya no lo acepta como adecuado.



Cuál es la mejor copa para beber vino, Esta es una pregunta recurrente. Antes de nada, pondremos el foco en el material. En la actualidad se considera al vidrio como “el mejor” material para la elaboración de copas destinadas a la degustación de vino. La cultura, la tradición y nuestra herencia han favorecido el uso de esta costumbre. Sin embargo, no siempre ha sido así. Durante los períodos de antiguas civilizaciones, la mayoría de recipientes para beber eran de madera o de barro

Del mismo modo, en Asia, el “vino de arroz” o sake se prefiere tradicionalmente en pequeños cuencos de cerámica. En nuestra cultura occidental vemos más adecuado usar el vidrio. ¿Habéis probado un vino en una copa metálica? Yo sí, y la experiencia es especial: el vino muta, parece más frío, reconozco que te descoloca, pero malo no es.



Las copas de vidrio se elaboran utilizando arena de sílice, arena caliza y ceniza de sosa, que se calientan y funden a altísimas temperaturas (1500ºC). Algunas copas también pueden llevar un porcentaje de plomo, que aporta más dureza, mayor transparencia y durabilidad a la herramienta. Aunque actualmente este producto se está remplazando por otros.

La forma de la copa también tiene un gran impacto en la expresión aromática del vino. Si están un poco cerradas por la parte de la boca y tienen un cáliz amplio, permiten una mayor concentración de los compuestos aromáticos que se dirigen hacía la nariz, lo que se traduce en una mayor expresividad. Si se soplan a mano, son mucho más finas que se si elaboran en cadena por una técnica conocida como moldeado. Cuanto más fina la copa, mayor expresividad del vino.



El fabricante de copas austriaco Riedel es un gran referente. En sus talleres se ha realizado un trabajo empírico impresionante, buscando formas distintas de copa para cada variedad o estilo de vino. De Riedel, me quedo sin duda con la serie Resturant Degustazione y, dentro de esta, con el modelo Red Wine. Se trata de una copa fabricada solo para hostelería, se produce con moldeado, tiene un cáliz amplio y es muy resistente. Me encanta porque tiene un tamaño muy adecuado, no es exageradamente grande ni pequeña, es bastante versátil y sirve para casi todos los vinos. 



Además, es imbatible por el precio (sobre los 5€). Evidentemente, Riedel tiene copas más lujosas, elaboradas a mano, delicadísimas, frágiles, que ofrecen una experiencia superior. La serie Sommelier Burgundy Grand Cru es emocionante: una copa artesanal, algo cerrada por la parte de la boca con un ligero repunte que la estiliza, ¡tan amplia que su capacidad de cáliz es de un litro! Las copas de la serie Sommelier son realmente frágiles, hay que saber tratarlas con mimo. Cuestan unos 40 €/unidad, pero si sois capaces de que os duren —yo, en casa soy bastante desastre para eso—, la experiencia es destacadísima.



Otras copas que están de moda entre los sumilleres son las Zalto (producidas también en Austria), delicadas, hechas a mano, muy cerradas por la boca pero con un base de cáliz casi horizontal, por lo que la acaban pareciendo algo cónicas. Son copas fascinantes, pero pienso que si se utilizan para vinos corrientes o de poco carácter aromático pueden empequeñecerlos. La Zalto Universal, que cuesta sobre los 35€, es mi preferida de este fabricante.

Últimamente utilizo con frecuencia la copa que Jancis Robinson ha creado de la mano del joven diseñador inglés Richard Brendon, un reputado artesano del vidrio. Su propuesta es rompedora, sólo han diseñado un modelo: una copa universal para todo tipo de vino. El resultado es una herramienta de tamaño medio, con un tallo finísimo y un cuello cerrado. La copa cuesta unos 40€ y es una maravilla para los sentidos.

Otros modelo que me atrae es el propuesto por el legendario sumiller Gérard Basset (1957-2019), diseñado de la mano con Lehman Glass. Esta copa puede parecer rara; tiene un cáliz muy abierto por la base que se cierra súbitamente a mitad de la copa, dando una sensación barriguda de media copa hacia abajo pero tubular de media copa hacia arriba. Son copas producidas con molde, realmente divertidas, y consiguen gran franqueza del vino. El modelo Oenomust Pinot Noir (sobre los 8€), es muy recomendable.

Sea cual sea la que se escoja, una buena copa será una buena inversión; nos permitirá sacar el máximo partido a nuestra botella y aumentará el placer. El precio no debe ser un obstáculo, hasta la copa Storsint, que venden en IKEA por 1,5€, es mejor que usar un vaso cualquiera.

 

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